De manera muy abreviada, el refuerzo positivo significa añadir algo para fortalecer (aumentar en intensidad o en frecuencia) un comportamiento. Pueden ser cosas que los humanos “entregamos” (por ejemplo darle al perro un pedazo de comida por sentarse o interactuar con el cuándo nos salta encima al llegar a casa), o también pueden ser hechos o sucesos que ocurren en el mundo (por ejemplo, encontrar miguitas de pan en la encimera de la cocina). Cada vez que un refuerzo “aparece” aumentan las posibilidades de que esa conducta vuelva a suceder en el futuro. Y precisamente de ESO nos valemos los educadores modernos para entrenar a los perros, ¡y a cualquier otro animal que queramos!
El aprendizaje o condicionamiento operante
Generalmente llamado condicionamiento operante, este tipo de aprendizaje es un fenómeno natural que ocurre entre humanos y demás animales, y el entorno. Así, los métodos educativos modernos son una tecnología desarrollada en respuesta a ese fenómeno.
Sin entrar mucho en detalles, el aprendizaje operante fue identificado y registrado en los laboratorios de un científico llamado B.F. Skinner en la primera mitad del siglo XX. Sus estudios llevaron a montones de otros experimentos científicos controlados en laboratorios, y después “aplicados” al mundo real.
Espera. Por si te lo estabas preguntando, la palabra “operante” deriva de “el que opera, realiza, o lleva a cabo algo». De ahí la palabra.
De modo que, el aprendizaje operante, es un concepto que describe cómo interactúan la conducta y el entorno. Ahora bien, el comportamiento operante existe porque, de manera contigua y repetida, le ha precedido un refuerzo del entorno. Es decir, inmediatamente después de una determinada conducta, ha “aparecido” un refuerzo. Ese refuerzo puede ser positivo, cuando se añade algo al entorno (por ejemplo comida), o negativo, cuando se elimina algo del entorno (por ejemplo, apagar el despertador, o quitarte la chaqueta cuando estas muerta del calor). Hay que tener en cuenta que a veces, algo que se considera desagradable puede funcionar como refuerzo positivo si incrementa la probabilidad de la respuesta (como cuando se grita a un niño ante una rabieta, y este se siente reforzado porque así llama la atención).
Lo importante de todo esto, y con lo que DEBES quedarte es que, después de ocurrir una conducta SIEMPRE hay un refuerzo. Lo que deriva en el aumento o mantenimiento de la frecuencia de esa conducta en el futuro. Créeme, entender esto, es la clave de la educación en positivo.
¿Porqué funcionan los refuerzos?
Como ya hemos visto, el refuerzo positivo fortalece un comportamiento al proporcionar una consecuencia agradable para el individuo, sea perro, gato, humano, o loro. Por ejemplo, felicitar a alguien cuando hace algo bien, es usar el refuerzo positivo, exactamente lo mismo que cuando le das a tu perro la chuche después de sentarse. En ambos casos se hace mas probable que esa conducta se repita en el tiempo gracias a ESE refuerzo positivo (recuerda, añadir algo).
Cuando les das la oportunidad, todos los animales tienen hacer cosas que les aporta un beneficio. Gracias al refuerzos, los perros se sienten bien con lo que les estamos enseñando, sin necesidad de corregirles ni añadir tensión en su aprendizaje. Además, también les damos la opción de decidir entre un comportamiento que le aporta algo que le gusta mucho, y entre otro que no le proporciona nada. Así a la larga, y por simple conveniencia, cuando les damos la oportunidad y lo ponemos fácil para que no fallen, los perros aprenden a tomar las decisiones correctas.
Gracias al refuerzo positivo, tratamos de evitar los conflictos anticipándonos a las situaciones, prevenimos la frustración, el miedo y la inseguridad, y hacemos del aprendizaje algo divertido que fomente el vínculo y el respeto, con y hacia ellos. En una manera de enseñar MUY eficiente y respetuosa con los animales porque les damos oportunidad poder tomar decisiones, que en definitiva, es para lo que sirve el comportamiento.
No todo el mundo utiliza el refuerzo positivo para enseñar
Como ya habéis visto en el cuadrante de arriba, en el aprendizaje operante, no solamente hay refuerzos, sino que también existen los castigos. De hecho, algunas personas utilizan de manera habitual el castigo (positivo, añadir) para enseñar a sus perros, gritando, pegando un tirón de correa o exigiéndoles que se sienten. Pero esto es algo «normal» dentro de la cultura de los humanos, al fin y al cabo no hace tanto que se castigaba a los niños de cara a la pared o haciendo redacciones como métodos de castigo, ¿no? Es algo que a veces funciona, y nos refuerza el «método castigo». No me gusta verlo, pero no lo juzgo.
Lo que SI juzgo, y lo que verdaderamente me duele, es ver a entrenadores, adiestradores y educadores «titulados» y trabajando en este oficio, incluso formando gente, sin entender cómo funciona el aprendizaje, el comportamiento, ni mucho menos el refuerzo positivo.
Muchos estudios demuestran que las personas que utilizan métodos basados en recompensas para educar, tienen perros mas obedientes y estables que los que utilizan técnicas aversivas. El uso de refuerzos mejoran el vinculo perro-humano y, además, un historial previo de aprendizaje a través de métodos positivos está relacionado con un mayor éxito en el aprendizaje de nuevos comportamientos. Por el lado contrario, el uso de castigos está asociado con respuestas negativas como el miedo, el estrés y la agresión, y es un factor de riesgo potencial hacia familiares y extraños fuera del hogar.
El refuerzo positivo enseña a los perros que hacer, les ofrece alternativas a los malos comportamiento, en lugar de simplemente castigaros por una mala conducta. A los perros les gusta trabajar para conseguir cosas, por lo tanto, ¿por qué no aprovecharnos de eso para educar sin necesidad de usar la fuerza?
¿Se puede educar solamente a través de los refuerzos?
Por supuesto que si, peeeero (siempre hay un pero)… Seamos realistas. Cuando tratamos a un perro con problemas de verdad, no es tan sencillo como puede parecer a primera vista. Los educadores que utilizamos métodos positivos, también usamos otras técnicas como la desensibilización, el castigo negativo o el contracondicionamiento, en conjunto con el refuerzo positivo, para enseñar o modificar su comportamiento.
Además, educarles de manera positiva no significa ser permisivos con ellos: debemos aprender a guiarles con calma, entender su lenguaje y comunicación, establecer límites, en muchos casos reorganizar sus rutinas diarias… Y sobre todo, ¡aprender a no ceder a cada uno de sus caprichos! El truco está en saber dónde y cómo deben ser los límites. Y aunque las reglas varían según la personalidad única de cada perro, una cosa debe ser constante: tenemos que ser una figura de autoridad con calma y autocontrol, es decir, ser un buen referente para ellos. Y, si acaso piensas que estos métodos son débiles o que conllevan falta de liderazgo, piensa que, ¡los buenos líderes son aquellos que consiguen cambios sin usar la fuerza!
La educación a través del refuerzo positivo tiene muchas ventajas
La educación en positivo tiene una serie de ventajas que son particularmente importantes, especialmente para los perros de refugio o rescatados:
- Se desarrolla una relación basada en la confianza.
- Los perros disfrutan de los entrenamientos, en lugar de obedecer por miedo.
- Los métodos positivos, a diferencia de los clásicos, no pueden crear problemas de ansiedad y/o miedo en los perros, ¡imposible!
- Los educadores modernos buscamos la raíz del problema en lugar de suprimir o parar un determinado comportamiento, que por regla general vuelven a resurgir o se acaban expresando de una manera mas retorcida aún.
- Los propietarios no causan dolor o malestar en sus peludos.
- El perro aprende lo que TU quieres que haga porque le das otra alternativa, en vez de tener que castigarlo por hacer las cosas mal.
- La fuerza nunca es una buena idea. No utilices JAMÁS collares de estrangulamiento (los que se aprietan alrededor de la garganta), collares con púas o pinchos (los que pellizcan la piel del perro) ni collares electrónicos de descarga, ni siquiera para entrenar. NUNCA son apropiados, incluidos otros castigos populares como golpear, hacer sonar una bocina, tirar las llaves o botellas de plástico con piedras al suelo (en el mejor de los casos), poner en posición de sumisión, echar agua o gritarles.
Por supuesto, espero que este vistazo a los poderes del refuerzo positivo, lleve a las personas a saber tomar mejores decisiones en cuanto a la educación de sus perros se refiere. Pero, hasta entonces, me encantaría ver a los adiestradores tradicionales aprovechar las leyes inmutables del condicionamiento operante, para un aprendizaje más rápido, para obtener mejores resultados y sobre todo, por el bien de los perros.