Modificación de conducta en 3 simples pasos

Aunque me encantaría decir que es habitual contactar con un educador o educadora para aprender nociones básicas a la hora de convivir con los peludos, lo cierto es que generalmente se contacta con nosotras una vez que el perro ya tiene problemas de comportamiento.

Para ayudaros con estos quebraderos de cabeza, existen los planes de modificación de conducta, un conjunto de diferentes métodos que nos ayudan a abordar una amplia gama de problemas, diseñados para satisfacer las necesidades específicas de cada perro y cada hogar, mejorando la convivencia ente perros y humanos.

A estas intervenciones las llamamos Análisis Funcional de Comportamiento. Y, a pesar de tener un nombre tan rimbombante, son un conjunto procedimientos y técnicas bien consolidadas basadas en la ciencia del comportamiento que, además, pueden aplicarse a cualquier especie.

La evaluación funcional está compuesta de varios puntos, y aunque en este video lo revisaremos de manera muy genérica, en los siguientes minutos voy a explicaros cómo funciona “por dentro” un plan de modificación de conducta. ¡Al lio!

Introducción

Hola, soy Nagore del proyecto hablando canino.

Como muchos de vosotros y vosotras sabréis, los problemas de conducta pueden tomar muchas formas, desde estereotipias que pueden causar autolesiones, hasta embestidas, mordiscos, ataques violentos o agresivos, destrucción de objetos inmateriales y otras tantas conductas bien serias.

Estos problemas a menudo generan confusión y frustración en los humanos. Además, no solamente es que a veces parezcan inexplicables, sino que también pueden llegar a ser peligrosas.

Y, aunque es relativamente comprensible que sean pocos los profesionales que conocen los métodos más modernos en el campo de la modificación de conducta por su tan reciente incorporación al mundo del comportamiento animal, estos procedimientos ofrecen un conjunto de herramientas muy potentes y de resultados muy positivos, a la hora de resolver problemas de comportamiento.

¡No me etiquetes!

Uno de los principales problemas con los que suelo encontrarme, no solo con tutores inexpertos sino también entre muchos profesionales del sector, es con la idea de que el comportamiento es algo que el perro ES y no algo que el perro HACE, bajo determinadas situaciones [es un perro dominante, es muy terco, desobediente o agresivo con otros perros…].

Todas estas etiquetas, no solamente NO son científicamente fiables por ser constructos humanos, sino que además, generalmente, fomentan el uso de estrategias inefectivas basadas en la coerción y la fuerza.

Curiosamente, una de las claves para hacer un buen programa de modificación de conducta es cambiar esta idea. Describir el comportamiento en términos de personalidad es algo que no ayuda. Cuando pones la etiqueta, es difícil ver al animal de otra manera y por lo tanto, también es difícil ponerse en su lugar para poder ayudarlo.

Sin embargo, cuando describes la conducta en términos observables, la acción per se, es más fácil entender la función de ese comportamiento.

Pongamos un ejemplo. Imagínate que tienes un perro que muerde. El típico pinscher «dominante» que no quiere que lo bajes del sofá. Lo que debes hacer es lo siguiente:

  1. Primero, cambia ese término, dominante, por lo que ves, por la acción observable: el perro muerde.
  2. Después, añade a esa descripción el antecedente, es decir la situación o evento que predice esa conducta: cuando alargo la mano para bajarlo del sofá, el perro muerde.
  3. Por último, tienes que añadir la consecuencia de la acción que ahora, ya te has parado a observar: cuando alargo la mano para bajarlo del sofá, el perro muerde y yo retiro la mano.

Y ya está, esta simple ecuación, casi matemática, es todo lo que necesitas saber para diseñar una intervención efectiva. Pero, ¡espera! ¡Veamos todo esto con más detenimiento!

No me etiquetes - Susan G. Friedman

El ABC: una estrategia perfecta

Como decía al inicio, una de estas herramientas es el análisis funcional de comportamiento, un plan que nos ayuda a abordar las conductas problemáticas a un nivel interespecífico (entre especies diferentes), es decir, se centra en las relaciones entre comportamiento y entorno, y no tanto en la especia animal con la que estemos trabajando.

El análisis funcional de los problemas de comportamiento nos ayuda a construir planes efectivos a la hora de modificar la conducta. Nos ayuda a buscar, construir nuevos comportamientos para reemplazar los existentes o, a rediseñar el entorno para que les sea más fácil poder cambiar o mantener esos nuevos comportamientos de reemplazo.

Parece complicado, y a veces lo es, pero este análisis es el que nos ayuda a desgranar y por lo tanto encontrar las soluciones más apropiadas para cada caso.

Pero, antes de describiros detalladamente como hacemos este tipo de intervenciones, un detalle importante: a veces nos referimos a este análisis como el ABC de la conducta. El ABC son las siglas en inglés de Antecedente Comportamiento y Consecuencia. Enseguida uniréis puntos pero, el detalle importante es que en ingles comportamiento se dice Behavior, y empieza con B. Por lo tanto, ABC.

Ahora si, los pasos a seguir son los siguientes:

  1. Observar y describir el Comportamiento que deseamos modificar en términos observables. ¿Qué HACE el animal que puede observarse y medirse? Si! La conducta es algo que puede medirse, en tiempo, repeticiones o incluso intensidad, aunque esto es algo más subjetivo (recordad, empezamos por la B).
  2. Identificar las condiciones físicas inmediatas del entorno en el que ocurre el comportamiento, y también las condiciones en las que no ocurre.
    • ¿Qué condiciones o eventos afectan a la conducta? ¿Tiene el perro problemas físicos o médicos? ¿Tiene que ver con el descanso, la comida o las rutinas diarias? ¿Quizás con la falta, o exceso, de actividad? (esto son antecedentes lejanos)
    • Por otro lado, en este punto también es MUY importante tomar nota de los antecedentes inmediatos que predicen la conducta a reemplazar. Por ejemplo, cuándo, dónde o con quien suele ocurrir. ¿El comportamiento ocurre cuando su tutor o tutora le dice algo al animal? ¿Ocurre cuando ve a otro perro, bicicleta o patinete? ¿A que distancia?
    • En definitiva, lo que tenemos que observar es el escenario o Antecedentes PREVIOS a la conducta que queremos cambiar.
  3. Identificar las consecuencias o el propósito de ese comportamiento, ¿cuál es la función, de que le sirve comportarse de esa manera?
    • Por supuesto, también hay que detectar cual o cuales son los refuerzos que mantienen o incrementan ese problema con el que estamos lidiando. ¿Qué consigue el animal actuando de esta manera, atención, algún objeto, actividad o estímulo sensorial (comida, olores…)? O, de manera contraria, ¿De qué intenta escapar o pretende evitar al comportarse de esta manera? Personas, perros, situaciones, objetos…
    • Ojo: las conductas de escape o evitación también refuerzan comportamientos, por ejemplo, ladrar a otro perro, si hace que el otro perro, o nosotros, nos alejemos y se incremente la distancia de seguridad… ¡bingo! ¡Ha funcionado! Morder hace que la mano se aleje y, por lo tanto, también cumple su función, se refuerza, y por lo tanto se mantiene en el tiempo (en este caso la consecuencia es un refuerzo negativo [R-], pero no te agobies, esto ya lo explicaré en otro video)
  4. Desarrollar o describir la relación entre los antecedentes, la conducta y las consecuencias para cada situación que queramos modificar.
ABC - Susan G.Friedman

En conclusión

Una cosa que me gusta explicar a mis alumnos (humanos) es que reducir los problemas de comportamiento NO es el único objetivo a la hora de elaborar un buen plan de tratamiento.

Un buen plan, es aquel en el que el contexto físico y social se rediseña para proporcionar al animal la oportunidad de comportarse de otra manera más aceptable.

O en otras palabras, la finalidad no solamente trata de corregir el problema per se, sino que debemos aprender a cambiar los antecedentes o el escenario para ponérselo fácil y así hacer más probable que el perro tome mejores decisiones.

Por ejemplo, si sabemos que nuestro perro se pone muy nervioso en un entorno donde hay mucha estimulación, será mejor pasear con él en entornos donde hayan menos estresores. La finalidad de un plan de este estilo, trataría de ir poco a poco ir incrementando esos estímulos de manera que pueda habituarse a ellos.

Aunque pueda parecer sorprendente, las herramientas y técnicas que utilizamos los analistas de comportamiento son universales y aplicables independientemente de la especie con la que trabajemos, ya que están fundamentados en los principios básicos de la conducta animal. Además, también fomentan las buenas prácticas y la ética profesional a la hora de cambiar la conducta.

Generalmente los humanos tendemos a atribuir los malos comportamientos a las características de la especie, a su raza o rasgos genéticos, e incluso a su personalidad

Lo cierto es que esos mecanismos genéticos y el historial de aprendizaje del perro hay que tenerlo en cuenta y es importante a la hora de hacer la intervención. Sin embargo, si no todos, muchos problemas de comportamiento se pueden cambiar y mejorar modificando el entorno, los antecedentes y por supuesto, las consecuencias de los mismos.

A través de estos métodos, los tutores, en vez de responsabilizar a los perros de sus problemas, de alguna manera reconocen que es el entorno quien propicia esas conductas mal adaptadas.

Resultado final, tutores con más conocimiento y capaces de evaluar y rediseñar el entorno para ajustarlo a las necesidades del perro y, por supuesto, perros más estables, más seguros y más felices con su familia humana.

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