En general, hay una idea muy equivocada y a la vez muy extendida de relacionar los problemas de comportamiento de los perros en términos de dominancia. De hecho, la palabra dominancia, se ha usado mal y en exceso, principalmente en ciertos programas de televisión, a través de la cultura perruna popular, y las habladurías de gente con poca experiencia. Pero, ¿qué es exactamente la teoría de la dominancia en perros? O, mejor aún ¿son los perros criaturas dominantes con intenciones de someter a los humanos?
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Desmintiendo (o fomentando) mitos
Es curioso que todavía a día de hoy, en todo tipo de negocio de perros (veterinarios, peluqueros, tiendas…), la «teoría de la dominancia» sigue siendo una explicación popular para absolutamente cualquier cosa que suceda, desde un cachorro tirando de la pernera del pantalón de su propietaria al asustarse con un secador, hasta un perro lanzando dentelladas al veterinario cuando le ve acercarse con algo que no conoce en las manos.
Así, el “perro dominante” se ha convertido en una justificación para absolutamente cualquier castigo que la gente pueda imaginar, desde electrocutar a los perros hasta ponerlos en posición de sumisión clavándoles las rodillas en el pecho, o hacer el helicóptero con correas de ahorque (sí, ¡en serio!). Lo verdaderamente terrible y peor de todo es que, personas que trabajan con perros y que forman a otras personas para trabajar con perros, sigan todavía fomentando este mito.
Aparentemente, la idea de que algún animal esté tratando de «dominarte» a TI, realmente suena un tanto macabra, ¿no crees?
La dominancia en términos de etología
Pero, para poder entender todo lo que voy a explicar de aquí en adelante, me parece interesante primero explicar de que trata la verdadera teoría de la dominancia, no solo en perros, sino en el mundo animal. Momento de ciencia, allá vamos.
La convivencia dentro de un grupo social conlleva una serie de costes generalmente relacionados con un aumento de la competencia entre los individuos que la integran. En estos grupos, sea cual sea la especie de animal de la que estemos hablando, los miembros compiten por el acceso a recursos limitados como la comida, el agua o zonas de mayor confort, además de oportunidades de apareamiento.
Según las interacciones de cada uno se crea un orden social o jerarquía, la cual está sujeta a cambios cada vez que un animal dominante es desafiado por un subordinado. Esto garantiza la cohesión del grupo, y puede verse fácilmente en manadas de lobos, leones, hienas, chimpancés y en general, en grupos de animales con mayor comunicación entre sí. Así, esta jerarquía u organización puede considerarse como un estado fluido en el que diferentes especies alcanzan un alto rango de diferentes maneras. Por ejemplo, los gorilas logran un alto estatus usando la fuerza y la agresión, los chimpancés usando una combinación de agresión e inteligencia formando alianzas y, algunas especies de aves, a menudo trabajan en conjunto con un macho ‘beta‘ ayudando al macho ‘alfa‘ a encontrar pareja. Así, en vez de luchar cada vez que se encuentran, ese rango de alfas y betas a menudo les ayuda a obtener más acceso a los recursos y a los compañeros/as de apareamiento sin necesidad de entrar en confrontación de manera constante.
Es importante tener en cuenta que ser dominante no es una característica individual fija, sino un rasgo que depende del contexto y el entorno en el que se desarrolla esa interacción. Es decir, es una característica dentro de una relación, que ocurre en una situación determinada, y ante a un recurso concreto, siempre SIN agresión. Y, aunque a veces parezcan animales muy agresivos que van a matarse entre si, lo que prima en esas situaciones es la comunicación, que según el momento, el recurso o en si el individuo, puede ser más o menos intensa. Curiosamente, el comportamiento dominante parece estar relacionado con los entornos más hostiles, como puede ser el caso de las hienas manchadas del desierto de Kalahari, que son claramente más dominantes que otros individuos de la misma especie que viven en regiones más favorables (¡y ahora es cuando te estás dando cuenta de que soy una fanática de los documentales!).
Factores que intervienen para que los animales sean mas o menos dominantes
Como hemos visto, la formación de grupos y comunidades suele estar determinada por un sistema de dominancia, según el cual los individuos más autoritarios establecen y mantienen una determinada jerarquía. Esta jerarquía no suele basarse en la superioridad territorial, sino en el tamaño corporal de un individuo (habitualmente mas grandes) y la manifestación de caracteres más marcados, independientemente de su edad o sexo.
La genética es otro de los factores que claramente juegan un papel fundamental. Es evidente los individuos más dominantes se aparearán mas y dejarán mas descendencia que, a su vez heredarán la genética de sus padres. Pero ojo, NO siempre las causas de conductas agresivas están relacionadas con la genética.
Por lo tanto, tanto el entorno y los patrones de comportamiento son los dos mayores factores relacionados con la dominancia. O dicho de otra manera, en un entorno salvaje un comportamiento dominante puede ser de gran ayuda en muchas situaciones y puede conducir a importantes ventajas y beneficios. De modo que en la naturaleza, los individuos más autoritarios (alfas) disfrutan de un mayor éxito reproductivo y de transferencia de genes que los individuos subordinados (betas), tienen una mayor tasa de supervivencia y también mayores reservas de grasa porque disponen de más alimento.
Ahora bien, ¡los perros no son lobos!
La clasificación de los lobos en jerarquías basadas en la dominancia, y en términos de alfa, beta y omega se basó en estudios realizados a finales de los años 60/70, de lobos no emparentados entre si, y encima, en cautiverio. El Dr. David Mech, autor de los estudios, mucho mas tarde invalidó sus propios hallazgos, dijo que estaban incompletos y que eran irrelevantes (aquí puedes ver el video sobre los lobos alfa si te interesa).
Pero, por alguna absurda razón (relacionada con algunos programas de televisión y cierta celebridad mejicana) esta terminología aún perdura hoy en día. Desgraciadamente caló MUY hondo en la sociedad. A veces se habla de machos alfa, lideres de manadas y perros dominantes, sin tener ni idea de lo que significa, simplemente porque va pasando como una leyenda urbana de una persona a otra.
Por supuesto, en la educación canina, la palabra «manada» rara vez se usa, y el liderazgo sabemos que puede hacerse sin intimidación ni agresión física. Sin embargo, y a pesar de tener un antepasado común, un perro no es un lobo. E incluso si la teoría fuera correcta, ¿por qué nosotros, los humanos, deberíamos usar estos métodos?
Volviendo al mundo de los perros
En términos biológicos y etológicos la dominancia se describe como un acceso prioritario a un recurso, preferido y limitado. Es decir, que describe una relación puntual entre dos individuos, no su personalidad. Así, a través de la dominancia, un individuo puede obtener acceso a recursos importantes como alimento o una pareja con la que aparearse, a expensas del individuo sumiso, siempre SIN agresión activa.
Los perros, al igual que estos otros mamíferos, son animales sociales que tienen ciertas normas básicas de convivencia. Para poder entenderse entre ellos sin necesidad de recurrir a la violencia, interactúan entre sí, a través de posiciones corporales, y expresiones faciales que, lógicamente, también utilizan con nosotros ya que formamos parte de ese grupo social. Vamos, lo que definimos como lenguaje y comunicación corporal canina.
Bajo un punto de vista canino, el perro dominante es aquel que gana el recurso por el que compite (ya sea comida, un hueco en el sofá, o un simple palo…) y el perro subordinado o sumiso es el que se ACEPTA este resultado. Así, ante situaciones de competencia por un recurso dentro de un grupo bien cohesionado NUNCA hay violencia física, y nadie resulta herido. Si así fuera, hablaríamos de agresividad, no de dominancia.
En el caso de la interacción perro-humano… Bueno, esto daría para un seminario entero porque, la mayoría de veces, lo que los perros se sienten son amenazados e intimidados por el comportamiento humano.
En resumen: en términos conductuales: no hay perros dominantes o perros sumisos. Un perro, puede mostrarse dominante ante una situación y un competidor determinado y, sin embargo, adoptar un rol sumiso frente a ese mismo competidor en un contexto diferente.
Cómo convertir perros dominantes en perros sumisos
Comer antes que el perro, salir por la puerta primero, o tumbarle en postura de sumisión, no influye PARA NADA en la relación que podamos tener con nuestro perro. Bueno, en el último caso si, porque nos cogerá miedo. Todas las técnicas que nos dan el poder de liderazgo y la dominancia hacia nuestro perro, son totalmente contraproducentes, y pueden hacer al perro impredecible y peligroso.
Además, convertirnos en humanos alfa y forzar al perro mediante técnicas de confrontación, como con la llamada postura de sumisión o el toque, implica adoptar por nuestra parte la postura dominante que no deseamos que ellos muestren. Y todavía peor, imponernos a ellos constantemente y darles ordenes como si fuéramos un capitán del ejército, aumenta la ansiedad, el estrés y hará que el perro se comporte de manera agresiva y sin ningún tipo de control. Por lo tanto, estas técnicas solo agravan los problemas de convivencia, y pueden generar conflictos en el entorno familiar. Insisto, TODAS las técnicas que nos hacen ejercer la dominancia hacia ellos, generan miedo. Y cuando ejercemos el miedo, también rompemos el vínculo y la confianza con ellos.
Cuando trabajamos con el concepto del refuerzo, no ejercemos un control sobre el perro. Simplemente le ofrecemos algo que necesita y quiere. Modificamos un comportamiento gestionando de manera correcta y ofreciendo recursos importantes en vez de imponer y controlarlos mediante la dominancia. En serio, ¿no te parece mas bonita y sensata esta idea?