¿Alguna vez has sentido esa sensación, ese momento, en el que tu estómago parece que se da la vuelta y sientes una palpitación fuerte en el pecho? Ése es el miedo, en su pleno apogeo.
Aunque no lo parezca, a ojos de alguien que estudia la conducta canina, son muchos los perros que sufren de miedos y fobias. El desarrollo de estas emociones puede provenir de una variedad diferente de causas, incluida la falta de socialización o una experiencia pasada negativa. Los signos más evidentes de miedo en los perros incluye esconderse, temblar, babear, ladrar, conductas destructivas y, en algunos casos, la agresión.
¿Qué es el miedo?
Aunque generalmente se habla de el como una emoción negativa, el miedo es un instinto básico y natural de aprensión, dirigido hacia otro perro, persona u objeto desconocido, que ayuda a los animales a prevenir y gestionar diferentes amenazas o desafíos. Es decir, es una respuesta automática del cerebro que ayuda a lidiar ante una percepción de peligro.
Este mecanismo de supervivencia, puede ocurrir ante un estímulo real (en el presente), o también como anticipación de un evento futuro. Su objetivo es preparar al cuerpo para escapar, luchar o, incluso quedarse paralizado pero, será el propio contexto en última instancia el que determinará si esa respuesta al miedo es normal, anormal o inapropiada.
Los miedos y las fobias son relativamente comunes y pueden afectar a perros de todas las edades y de todas las razas. Pero hay una diferencia entre el miedo y la fobia. El miedo es una respuesta normal a una amenaza o situación real o percibida, mientras que una fobia es una respuesta de miedo exagerada que puede abrumar por completo a un perro. Y a menos que se aborde temprano, el miedo se vuelve omnipresente y puede convertirse en una fobia que altere la vida del animal de por vida.
¿Qué ocurre ante un evento que genera miedo?
En el momento en que un animal percibe miedo, se producen muchos cambios fisiológicos relacionados con el estrés (secreción de hormonas y neurotransmisores que cambian literalmente el equilibrio del cuerpo), que afectan directamente a su conducta y llevan al animal a tomar una decisión ante ese evento amenazante. Los síntomas más visibles, son la evacuación, vocalizaciones excesivas, temblores, jadeos, salivación…
Los perros con mucho estrés (o mejor dicho distrés, el estrés malo), habitualmente experimentan situaciones de miedo irracionales ya que están continuamente con una sensación de alerta y peligro constante.
¿Cuándo aparece el miedo?
Los perros tienden a exhibir comportamientos relacionados con el miedo durante los períodos más crítico de desarrollo. Durante estos períodos, los perros pueden volverse cada vez más temerosos de situaciones que antes parecían aceptar con normalidad. Sin embargo, es importante tener en cuenta, que los perros pueden tener miedo a cosas específicas a cualquier edad y no se pueden hacer generalizaciones.
La mayoría de miedos y fobias aparecen al inicio de la madurez social, es decir, entre el primer y el tercer año de edad. Además, en perros jóvenes, de entre 8 y 10 semanas, suele aparecer también un miedo profundo, de duración relativamente corta en el cachorro es muy sensible a las experiencias traumáticas.Además, mientras un animal está en modo supervivencia, tanto el aprendizaje, como su cognición y la memoria quedan desactivados. Por esta razón es importante ser buenos referentes, y ayudarles a superar sus miedos y a hacerles sentirse seguros en su entorno.
''Lo único que tiene es miedo...''
Hay muchísimos perros con miedo. De hecho, la dura realidad es que la MAYORÍA de perros con problemas de comportamiento, derivan entre otras cosas del miedo, la ansiedad y un poca (o nula) ayuda por parte del humano. Pero, debido a que los comportamientos basados en el miedo pueden variar muchísimo, desde hacerse una bolita debajo de la mesa, hasta abalanzarse a morder a la visita que entra en casa, no todas las personas son capaces de reconocerlo. Es más, y una anotación por mi propia experiencia, son muchos los propietarios que confunden el miedo con juego, agresividad o incluso la dominancia (es muy sencillo atribuir ciertos comportamientos en términos de dominancia, te recomiendo leer ese artículo).
Hay señales evidentes que la mayoría de nosotros sabemos detectar (orejas hacia atrás, conducta de escape o cola entre las patas, intentar escabullirse…), pero si se pasan por alto y se ignoran, esas señales irán gradualmente en aumento. Entonces empezaremos a ver otras como jadeos, pupilas dilatadas, tiritonas, ladridos…entre otras. Incluso en ese momento, a algunos perros aún se les puede distraer de la fuente del miedo pero, según pasa el tiempo, los perros miedosos se vuelven más intensos en este tipo de conductas, son más difíciles de distraer, y pueden volverse agresivos o reactivos.
Aunque no siempre es el caso, es en éste punto es cuando se nos suele pedir ayuda a los educadores. Desgraciadamente, también es en este punto dónde el problema es más serio y difícil de resolver.
Es curioso pero, son muy pocas las veces en que los clientes nos llaman diciendo algo así como, “¡mi perro tiene miedo!”
Habitualmente la gente nos llama en función de los síntomas que muestra el perro, es decir, cuando ladra para llamar la atención, cuando destruye objetos si le dejamos solo en casa o, en el momento en que empieza a tener problemas graves relacionados con la agresividad. En pocas palabras, en general se nos llama cuando el problema tiene que ver más con el humano y/o su entorno, que con el propio perro,
Y el resultado de todo ésto, y de no saber detectar o identificar el miedo en nuestros peludos es, que esos malos comportamientos nunca mejoran. O al menos no lo hacen hasta que no se trata la raiz, del problema. Peor aún, si el miedo empeora, también lo hará su comportamiento.
Aunque todos los miedos son mejorables, incluso 100% superables, el éxito dependerá de muchísimos factores. Y aunque en gran parte va a depender del perro en si (de su genética, seguridad, motivación, autocontrol…), la ayuda de un compañero human@ que trabaje con métodos positivos, es sin lugar a dudas, otro factor clave para la superación.
Eso si, debemos armarnos de paciencia (suelen llevar su tiempo) y, sobre todo, tenemos que ser comprensibles, amables, y jamás (nunca!) usar la fuerza física ni las correcciones, ya que solo agravará la situación tanto para tí, como para tu perro.
Cuando un perro se siente amenazado por algo, la primera y más segura opción será huir de la amenaza. Pero, en el caso de que no pueda poner suficiente distancia entre él y esa amenaza, las únicas otras opciones que le quedan son someterse (con la esperanza de que la amenaza desaparezca) o luchar.
La raíz del comportamiento agresivo es el miedo. Ahora, combina el miedo, con una situación en la que un perro no ha sido educado correctamente (¿quizás incluso a base de castigos?). El resultado suele ser un cóctel desastroso de agresión causada por miedo. Otra raíz común este tipo de conducta es la falta de una correcta socialización durante el desarrollo. Cuando la socialización no ha sido adecuada, le resultará difícil gestionar situaciones nuevas que encuentra en su entorno, como otros perros, animales o personas.
¿Qué puedes hacer para ayudarle?
El miedo que puede tener un perro no es diferente al miedo que puede tener un humano. Es importante aceptar que lo que tratamos es cambiar una emoción y por lo tanto, puede ser un tratamiento largo, duro y además, es difícil determinar cuánto tiempo tardará en poder gestionarlo (depende del perro, del entorno, de la consistencia del trabajo…). Una vez aceptado esto, será más fácil entender y ver ese miedo desde su punto de vista, y a la vez, cambiar todas nuestras creencias y expectativas con respecto al problema.
Otro factor importante a tener en cuenta es la proactividad. Tenemos que ser capaces de anticipar, prevenir y evitar cualquier situación que genere miedo en el perro, y sobre todo, NO FORZAR nunca a acercarse a lo que le genera miedo. Una cosa es, que un día de mucho viento no podamos controlar el sonido, o las bolsas de plástico volando sobre nuestras cabezas. Pero eso, es muy diferente a forzarle a acercarse a otro perro del que rehúye, para que sea amable y salude.
Tenemos que ganarnos su confianza y ser un buen referente, es decir, intentar gestionar todo aquello que el perro no pueda (¡eso le quitará mucha carga de encima!). Un educador con prácticas positivas, también te puede guiar y enseñar a trabajar el contracondicionamiento clásico y la desensibilización, técnicas que os ayudarán, tanto a ti como a tu perro, a luchar contra el miedo y ganar en seguridad.
En resumen...
El miedo es una emoción que tenemos TODOS los animales, y que nos puede ayudar a protegernos del peligro y prepararnos para actuar. Pero al mismo tiempo, también puede provocar sentimientos de ansiedad más arraigados duraderos. Buscar a un buen profesional de la conducta que te ayude a gestionar esas situaciones, puede sobre todo, ayudar a tu perro a sobrellevar mejor estos malos sentimientos y así evitar que esa ansiedad se apodere de sus emociones para el resto de su vida.