Problemas de comportamiento

Agresión

Las conductas relacionadas con la agresión son un problema serio que pueden manifestarse de muchas maneras y en múltiples escenarios. Son el principal problema de abandono en España, y pueden suceder bajo diferentes circunstancias, desde la reactividad con la correa, por necesidad de proteger algún recurso, e incluso por territorialidad o depredación. Además puede estar dirigida hacia humanos o, hacia perros u otros pequeños animales domésticos.

Muchos comportamientos etiquetados como agresivos tienen su raíz en la emoción del miedo y, aunque es algo verdaderamente lamentable, aún siendo en defensa propia no dejan de ser comportamientos peligrosos a los que debemos poner especial atención.

Definiendo la agresividad

El término agresión se refiere a una amplia variedad de comportamientos que ocurren por muchiiiisimas razones, y en diversas circunstancias. De hecho, en la naturaleza, prácticamente todos los animales salvajes muestran conductas agresivas cuando guardan su territorio, defienden a sus crías y/o se protegen a sí mismos. Pero si algo tenemos todas las especies en común, es la capacidad de poder comunicar nuestras intenciones. Por eso, las especies que viven en grupos con mucha interacción social utilizan la agresión y otras conductas de amenaza como herramientas comunicativas para mantener la paz y negociar cuando hay disputas sociales. 

Como en todo dialogo, la agresión abarca una gran variedad de comportamientos que generalmente comienzan con advertencias y pueden, o no, culminar en un ataque. Es decir que, estos comportamientos pueden incluir desde gruñidos graves o un levantamiento de labios con ojos blancos, hasta un mordisco profundo. Por esta razón, y aunque a veces parezca lo contrario, en la gran mayoría de ocasiones la intención del perro no es hacer daño, sino más bien hacer desaparecer la cosa amenazante.

Al igual que nos ocurre a nosotros, los perros pueden abortar sus esfuerzos por agredir en cualquier momento durante un encuentro elevado de tono. Por esta razón, decir que un perro ES agresivo puede significar muchas cosas (demasiadas), por eso en mi opinión, es preferible hablar de comportamientos agresivos más que de agresividad per se. Me parece fundamental remarcar que, la agresividad es una ACCIÓN no una emoción y, es importante no confundirla con emociones negativas como la rabia o la ira. Quiero decir, lo mismo que con el miedo puede hacerte temblar, quedarte totalmente rígido o gritar (acciones), la ira o la rabia pueden hacer que cualquiera en un momento dado pegue un golpe encima de la mesa o un tortazo a alguien.

¿Has definido alguna vez a tu perro de agresivo, dominante o celoso? Si te paras a pensar, éstas etiquetas describen lo que las personas piensan que ES su perro. Y esto puede llegar a ser un gran problema, sobre todo con aquellas personas a las que las cuesta ver el trasfondo REAL del problema que presenta su perro.

Las personas que trabajamos con animales no necesitamos saber que es lo que hace que el perro sea dominante, agresivo o celoso. Lo que hacemos es observar su comportamiento, y hacer una evaluación que, prácticamente el 100% de las veces, difiere muchísimo de lo que el propietario CREE SABER QUÉ ES su perro.

En ciencia, a éste tipo de etiquetas las clasificamos como distorsión cognitiva, y es una malinterpretación de lo que ocurre alrededor, que genera muchísimas consecuencias negativas. Así, cuando ponemos una etiqueta de, por ejemplo agresividad, al perro el que SE LE HA ETIQUETADO empieza a mirársele de cierta manera, y se hace más difícil detectar cual ES realmente el trasfondo de sus problemas de comportamiento.  Ocasiones en las que me han llamado para modificar ‘comportamientos agresivos de perros dominantes’, han acabado en el veterinario por dolencias físicas (¿te sientes receptivo y amable cuando te duelen las lumbares? Yo desde luego no…)

A nivel emocional, la agresión causa un estrés extremo para los perros, y para el resto de animales en general. Independientemente de su origen, la agresión en la naturaleza casi nunca es un comportamiento útil: pueden salir dañados, malheridos, y además, ¡consume muchísima energía!. 

Causas subyacentes

Para poder entender los comportamientos agresivos, es importante determinar PORQUE el perro se comporta de esa manera. Aunque los tipos de agresividad pueden ser variados, la raíz suele ser la misma, inseguridad, miedo y ansiedad.

En esencia, el comportamiento agresivo nace de una necesidad que tiene el perro en aumentar la distancia ante un peligro inminente, lo que en su cabeza puede reducirse a varias cosas: otros perros, manos que invaden el espacio, niños que gritan y no paran de moverse… Esos comportamientos pueden incluir acciones de amenaza que van desde un simple gruñido sutil, enseñando o no los dientes, hasta un mordisco. En la mayoría de casos, la intención del perro no es tanto hacer daño a la amenaza, sino hacerla desaparecer.

Es muy importante evitar cualquier técnica que esté relacionada con los castigoscomo toques, posturas de sumisión o cualquier otro artilugio que infunda dolor o malestar como collares de pinchos, ahorque, eléctricos…. Lo único que harán será infundir más estrés, más miedo y más inseguridad en el perro, y por lo tanto, SOLO agravarán los problemas de comportamiento. Como digo siempre y no me cansaré de repetirlo, los métodos coercitivos solo agravan los problemas. Es el equivalente a echar gasolina en la hoguera.

Es entendible que algunas personas  quieran soluciones rápidas para cambiar el comportamiento agresivo de su perro. Pero cuando un perro sufre de ansiedad o miedo, es una tontería pensar que se le puede arreglar de una manera rápida, como si se tratara de los frenos de un coche.

Un perro necesita tiempo, y sobre todo apoyo, para cambiar la forma en que se siente emocionalmente, de igual manera que nos ocurre a los humanos. La educación a base de fuerza solo pone una tirita al problema sin abordar realmente la causa, la raíz, y no cambia la forma en que el perro se siente por dentro. En definitiva, cada incidente castigado, crea otra experiencia negativa… ¡Nada bueno si pretendemos ayudarle!

Por supuesto que sí. La rabia es una emoción extremadamente primitiva, y el cerebro la regula exactamente igual en todos los mamíferos, ya sean perros, humanos, delfines o ratones. Por lo tanto, si asumimos que la ira es una emoción como el miedo, y si un animal es capaz de sentir miedo, entonces deberemos asumir también, que un perro puede enfadarse.

Curiosamente, la expresión facial del miedo y la ira, son prácticamente iguales tanto en perros como en personas. Y no cabe duda de que la experiencia de esas emociones la perciben igual (mismas conexiones en la corteza prefrontal, en la amígdala y en el hipocampo) porque, tienen la misma función evolutiva, es decir, protegernos del peligro.

Como identificar la agresión

Cuando un perro muestra comportamientos relacionados con la agresión (sobre todo hacia personas), generalmente exhibe alguna parte de la siguiente secuencia de comportamientos. Estas señales van gradualmente en aumento: desde señales simplemente amenazantes, hasta conductas gradualmente más intensas:

  • Parálisis y rigidez, como un témpano de hielo (ojo, este suele ser el PRIMER INDICADOR o bandera roja de amenaza)
  • Gruñido gutural, grave y amenazante
  • Pupilas dilatadas y mirada dura
  • Peso corporal y abalanzamientos hacia adelante, o incluso, cargar sin contacto
  • Agarrar con la boca, como para mover o controlar, sin aplicar una presión significativa
  • Golpe de hocico (un golpe que, literalmente golpea con la nariz)
  • Gruñido, con labios retraídos y mostrando los dientes
  • Pellizco rápido que no deja marcas
  • Mordisco rápido que rasga la piel
  • Mordida con suficiente presión para causar un hematoma.
  • Mordisco con heridas punzantes
  • Mordiscos en rápida sucesión
  • Morder, agitar y zarandear (en ocasiones, hasta la muerte)

Por otra parte, los perros rara vez muerden sin dar algún tipo de advertencia de antemano, aunque pueden pasar literalmente milisegundos entre una advertencia y una mordedura. El problema principal reside en que, a veces a los humanos os cuesta reconocer o identifican las señales de advertencia PREVIAS antes de una mordedura importante. Es más, incluso a veces, pueden llegar a confundirse con juego. Por todo esto, lo único que perciben y me comentan en sus llamadas es que, en algún momento y sin saber porque, su perro ha perdido el control repentinamente.

Sin embargo, rara vez se da este caso y, cuando ocurre, suele ser en perros a los que han castigado las señales más previas de amenaza, como gruñidos, ladridos o abalanzamientos sin contacto. Así, el desenlace de castigar la comunicación finaliza en agresiones sin advertencias previas.

Que hacer en casos de perros con problemas de agresividad

Si tu perro muestra algún tipo de comportamiento relacionado con la agresividad, lo primero que debes hacer es evaluar y ANOTAR en un papel, que situaciones han sido o son las que lo molestan. ¿En quién descargó la peor parte de la agresión? ¿Cuándo y dónde pasó? ¿Qué estaba sucediendo momentos antes? ¿Y justo en ese mismo momento? ¿Qué parece que detuvo su agresión?

Conocer las respuestas a tooodas estas preguntas, y otras que puedas hacerte, podría ayudarte a aclarar las circunstancias que desencadenaron la reacción agresiva del peludo. Así, como poco, podrás prevenirlas. A los conductistas esto es lo que nos ayuda a poder evaluar y hacer un diagnóstico preciso del problema y así poder pensar en sus posibles soluciones. 

En conclusión...

Sé que para muchas personas es difícil entender que cuando su perro se comporta de manera agresiva, su intención real es la de comunicarse. De hecho, se suelen considerar perros inaceptables, amenazantes y peligrosos, sin tener en cuenta que el trasfondo de la agresividad, a menudo, es el miedo.

Pero hoy te propongo mirarlo desde otro punto de vista. De echo, te propongo mirarlo desde el punto de vista canino. Piensa por un momento a la cantidad de situaciones a las que se les somete de manera forzada (incluidas las que les aburren, aterrorizan o intimidan), y la cantidad de veces en la que los humanos esperamos que se lleven bien con otros perros o personas que desconocen, y por supuesto, que sean totalmente tolerantes a todo.

Además, en muchísimas ocasiones, y por simple desconocimiento, cuando expresan su molestia, miedo, o incomodidad, es decir, cuando usan sus herramientas de comunicación, ni tan siquiera las hacemos caso. Las ignoramos. En muchísimas ocasiones les forzamos a escalar esas señales: del gruñido flojo al gruñido intenso, hasta que tienen que enseñar los dientes, ladrar, o amagar una mordida, para que nos demos cuenta de que se sienten incómodos. Y todo ésto de manera gratuita, simplemente porque no sabemos escucharlas e intepretar sus mensajes.

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