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Mejorando la relación perro-humano

Aunque la línea del tiempo en cuanto a la domesticación es algo que aún está en debate, de lo que no hay duda es que los peludos ofrecen compañía y amistad en muchísimos hogares del mundo, desde hace, infinidad de tiempo. Esta conexión entre humanos y perros, crea vínculos y conexiones muy estrechas, tanto o igual a las que se crean con las personas. En este artículo describiremos los seis ingredientes críticos para crear un buen vínculo con tu perro.

Sobre el vínculo y el apego

Antes de hablar sobre los puntos más destacables a la hora de crear y fomentar el vínculo con tu perro, me parece interesante explicar brevemente de dónde surge el amor, o en su estado más básico, el apego.

Cuando lo animales llegamos al mundo, lo hacemos en la más absoluta vulnerabilidad. Aunque varía un poco según la especie, muchos mamíferos necesitamos varios meses, o incluso años, para tener una mínima autonomía y, por este motivo, dependemos de otros animales para sobrevivir, habitualmente la madre u otros individuos del mismo grupo. Así, en este entorno cercano y de cuidado, es donde se forja el vínculo afectivo o apego.

Estas ‘figuras de apego’ proporcionan los recursos necesarios para poder sobrevivir en un entorno natural. Contribuyen de manera decisiva a proporcionar un sentido de seguridad, sobre todo en los periodos críticos para la maduración, tanto emocional como social. Sin embargo, los humanos tenemos un concepto llamado amor, que no es más que la interpretación de este sentimiento relacionado con el afecto y el apego, elevado a veces, a su máximo apogeo. Y, aunque el cerebro de muchos mamíferos es sorprendentemente similar al cerebro humano en cuanto a las emociones más básicas se refiere, lo cierto es que, experimentan amor y afecto, desde luego, pero se desconoce al menos hasta el momento, si son capaces de experimentar el amor romántico tal como nosotros lo conocemos.

Apego no es sinónimo de amor

Ahora que ambos conceptos ahora quedan un poco más claros, y a partir de aquí como una opinión personal y definida desde una terminología humana, voy a intentar separar ambos términos.

Por una parte está el amor que hay en la relación con nuestro perro. Esto puede verse, por ejemplo, cuando llegamos a casa y viene a saludarnos con su juguete favorito, moviendo todo su cuerpo de una manera blandita, y pegando con el rabo en todos lados. Sin embargo, el vínculo o apego, es lo que hace que tu perro no salga disparado cuando abres la puerta de casa, o incluso, lo que le hace volver a ti cuando le llamas, por muy interesante que sea lo que este husmeando. 

Es decir que, para mí (opinión propia y personal), el amor hacia nuestro perro puede aparecer de manera natural, pero el vínculo tarda tiempo y mucha constancia en forjarseSolo ejerciendo un liderazgo estable (por supuesto benévolo), y gestionando los recursos de manera inteligente, podemos fomentar ese apego con nuestros perros. Una verdadera amistad, y conexión donde sobran las palabras para entenderse.

Desde el punto de vista canino, si la relación es buena y hay comunicación y confianza (lo que llamamos buen rollo), el vínculo que se puede llegar a formar, es incondicional y para toda la vida. Pero, desde el punto de vista humano, y aunque no seamos del todo conscientes de ello, nuestras muestras de amor pueden llegar a afectar de manera negativa al peludo. Sobre todo, cuando les tratamos como a pequeños bebes peludos.

A veces, a pesar de nuestra buena intención, tendemos a obligar a los animales a hacer cosas que no quieren hacer, por ejemplo achucharles, besuquearles, auparles o cogerles en brazos… ¡Piensa que estas cosas no son comportamientos naturales para un perro! Ellos no se abrazan, principalmente porque no pueden, ni mucho menos cogen a sus crías en volandas, como hacemos todos los primates.

Todo esto hace que a menudo ignoramos sus señales de estrés o miedo y, en el peor de los casos pueden acabar en mordeduras pero, no porque el animal sea agresivo, sino porque intenta defenderse de la mejor manera posible.

Es importante observar, tomar nota y respetar, las cosas que les resultan desagradables. Eso, no solo les mantiene felices, sino que también puede ayudar a prevenir problemas de comportamiento, e incluso agresiones.

Seis elementos para una relación y convivencia feliz con tu pelud@

1. Confianza

Al igual que en las relaciones humanas, una relación no funcionará JAMÁS, si una de las partes vive con miedo de la otra. Los perros que viven con humanos que les tienen miedo, suelen tener una vida MUY corta. Sin embargo, y esto es MUCHO MAS FRECUENTE de lo que parece, los perros que tienen miedo de los humanos con los que viven, tampoco disfrutan en su compañía, ni en público ni en casa.

Este tipo de perros inseguros y temerosos (quizá no por naturaleza) tienen muchos problemas para entrenar y relacionarse, porque están demasiado asustados para escuchar, atender a la comunicación o para ofrecer nuevos comportamientos, especialmente los buenos comportamientos, al menos al ojo humano (los perros con miedo, tienen a hacer las cosas mal).

Si tienes un perro así, lo mejor que puedes hacer es trabajar duro para ganarte su confianza, construyendo un historial de situaciones y eventos positivos. El uso de técnicas basadas en la fuerza o la intimidación NO van a funcionar porque se va a asustar mas y borrará todo el progreso que quizás hayas logrado hasta a ese momento.

2. Alto historia de refuerzos positivos

Según estudios realizados en parejas y relaciones sentimentales humanas, la clave del éxito es la proporción de interacciones positivas y negativas entre los miembros de la pareja. Si la proporción cae del 5-1 (cinco interacciones positivas vs una negativa), el matrimonio/relación está condenado al fracaso.

La relación que tienen estos estudios con los perros es que, a día de hoy sabemos que el recompensar los buenos comportamientos con cosas que le gustan a tu perro ayuda a mejorar (¡mucho!) la relación. Pero OJO, hay que saber de antemano QUE le gusta a tu perro: recompensar con unas palmaditas en la espalda a un perro que no le gustan las palmaditas, será un castigo, no un refuerzo, aunque tu pretendes que lo sea. Puedes visitar este artículo para mas información.

Los educadores habitualmente confiamos en la comida para premiar, sobre todo con perros a los que no conocemos mucho, porque con casi todos funciona. Pero, en realidad, cualquier cosa podría usarse para aumentar esas interacciones positivas con el peludo, siempre y cuando averigües que es lo que realmente le apasiona (cuando más valor tenga el refuerzo, mejor). Si ofreces buenas recompensas en el momento apropiado, a tu perro le encantará estar cerca de ti, y también te prestará mucha mas atención. ¿Quién no quiere eso en una relación?

3. Comunicación clara y frecuente

Cuanto más frecuente y claras sean las señales entre humano-perro, mejor. Estas deben ser inequívocas y, como vimos en el apartado anterior, también hay que recompensarles por  comunicarse eficazmente, tanto con notros como con otros perros.

Al igual que ocurre con los niños, con compañeros de trabajo, parejas y familiares, los perros se sienten mejor cuando están con personas que se comunican con ellos. Pero para eso, ¡antes hay que saber interpretar el lenguaje y la comunicación canina! Al fin y al cabo son animales sociales y se sienten mas cómodos con humanos a quienes pueden entender.

4. Consistencia

Una de las quejas más frecuentes de algunos clientes está relacionada con los saltos y su maleducada forma de llamar la atención poniendo las patas encima. Curiosamente, también es uno de los problemas más fáciles de solucionar pero, no lo es tanto cuando los humanos entran (sin darse cuenta) en contradicciones. En un momento dado puedes verles diciendo ‘abajo, abajo…’ in crescendo de tono y empujando al perro y, minutos después mientas hablan conmigo, les están acariciando la cabeza mientras el peludo tienen sus dos patas sobre el humano, por supuesto. Si los perros pudieran hablar conmigo, supongo que su pregunta sería: pero, ¿está bien subirse encima para que me hagan caso, o no?

Si el perro maleducado insiste en saltar encima, es porque el comportamiento vale la pena lo suficiente como para ser persistente. Las consecuencias, es decir, el no hacerle caso, es mucho peor que alguna que otra regañina. Pero precisamente, esa falta de consistencia, en ese escenario, o en cualquier otro comportamiento similar, puede causar un daño grave en la relación entre ambos. A veces, cuando saltar encima no funciona y no obtiene lo que quiere, puede hacer que la frustración del perro aumente, y que los castigos por parte del humano también aumenten, por tener un perro que desafía o ignora lo que se le dice. Tal vez el perro acabe teniendo algún comportamiento algo mas subido de tono e incluso, finalice todo con un rodillazo en el pecho.

Sin embargo, las respuestas predecibles y consistentes de un humano hacia un perro hace que entienda su mundo sintiéndose mucho seguro, lo que acaba derivando en perros más tranquilos, más relajados y con mejores comportamientos. Lo que es equivalente a disfrutar de una mejor relación mutua.

emociones caninas

5. Comprensión de la personalidad, necesidades e intereses personales del perro

Algunas razas de perro, como pueden ser los terrier, beagles o sabuesos, han sido criadas para trabajar SIN supervisión cercana (a diferencia de razas de pastoreo, deportivas o de trabajo, seleccionados por su capacidad de colaboración con los humanos), corriendo por el monte, los valles y bosques, detrás de animales de mayor o menos envergadura, pero con el propósito único de llegar a ese animal SIN ningún refuerzo por parte del humano.

Al punto al que quiero llegar es que, ciertas razas de perros son mas ‘complicadas’ de complacer a la hora de buscar juegos o métodos de entrenamiento positivos, que les agraden y motiven lo suficiente como para mantenerlos con expectativas y ganas de pasar un buen rato. Así como con una pelota o un mordedor habitualmente sueles mantener a un perro pastor entretenido durante largos ratos, no suele ser así con otro tipo de perros con los que quizás haya que utilizar más el ingenio a la hora de buscar y mantener su motivación activa.

6. Tiempo de calidad (no cantidad) en actividades mutuamente agradables

Si te preguntas, cuanta cantidad de tiempo tienes que pasear o jugar con tu perro al día, mi respuesta sería, cuanto mas mejor. Eso sí, ¡siempre y cuando sea tiempo de calidad! Todas preferimos estar en compañía de aquellos con quienes tenemos mas confianza y respeto, y todavía mejor, si pasan cosas buenas cada vez que estamos juntos.

Estar dos horas en la calle metidos en el pipican y sin hacer caso el uno de otro, NO es tiempo de calidad. Es preferible veinte minutos de paseo por la montaña, jugando con un palo, escondiendo alguna chuche o practicando algo de entrenamiento, te lo aseguro.

Sobre la falta de 'chispa'

Como último punto, y sin querer extenderme demasiado, también me parece interesante mencionar que al igual que NO todas las personas conectamos con todo el mundo, parece que entre humanos y perros puede pasar exactamente lo mismo. Hablo de una falta de chispa o conexión en la que se ve que claramente que esa relación no funciona. Una sensación que como educadora, es difícil de explicar.

Bajo mi experiencia (y afortunadamente hablo de un par de casos contados), a veces las infracciones cometidas por los humanos, en algunos casos importantes como el castigo o la intimidación, y en otros casos, cosas más difíciles de identificar, y la falta de comunicación entre humano-perro, generan una falta de confianza enorme en la relación. Desde luego, cambiar ciertas pautas, trabajar en la comunicación y practicar algo de obediencia, puede mejorar eso. Pero cuando eso no es posible, me queda un sabor amargo al final del programa por no conseguir integrar al perrete, como a mí me gustaría, en la familia.

El resumen de todo esto es..

Si quieres fomentar el vinculo y la relación con tu peludo, ¡se constante y trabaja en todos estos puntos mencionados! Todo lo que hemos visto, podríamos resumirlo en que, una relación feliz y sin miedos ni frustraciones, es mucho más que un poco de amor y obediencia. Para tener un vínculo fuerte y estable con nuestro perro (o, lo que en el cerebro humano se simplifica en para que el perro me haga caso…), debemos afianzar los cimientos, y trabajar mucho en la comunicación, la confianza mutua y, sobre todo, el respeto.

Puedes empezar en tres, dos, uno…..

Referencias

  • Artículo basado en el libro The Power of Positive Dog Training – Pat Miller

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