Cuando trabajo con mis clientes, a menudo hago referencia al “umbral de tolerancia”. Este es un término común cuando trabajamos la modificación de la conducta, sobre todo cuando hablamos de los niveles de ansiedad, miedo, agresión y estrés. ¡No te agobies! Es normal si no entiendes su significado pero, si tienes un perro miedoso o inseguro, sería interesante que continuaras la lectura.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de umbrales?
El umbral se refiere al grado en el que un perro reacciona ante un estímulo, teniendo en cuenta la intensidad necesaria para detectarlo, pero SIN que llegue a ser molesto (es decir, sin que llegue a cruzar de un estado emocional a otro). Piensa en el umbral como una burbuja protectora. Así, el perro puede comportarse relativamente libre de estrés ante cualquier persona o perro que quede en el exterior de esa burbuja pero, cuando entran en el interior están demasiado cerca y comienzan a ser una preocupación (molestia) para el perro. La distancia entre el pistoletazo de salida (un comportamiento determinado) y esa burbuja protectora puede ser de 10 metros para algunos perros, o de cien metros para otros. Es decir, esa distancia variará según las experiencias pasadas del perro y de su sensibilidad.
A ojos de una educadora, es bastante fácil reconocer cuándo los perros son empujados mas allá de ese umbral de tolerancia soportable. Pero a veces, incluso para nosotras, es difícil saber dónde está exactamente el punto óptimo donde ocurre el aprendizaje y el pensamiento (el momento dónde es posibles tomar una decisión de manera racional), y dónde cambia todo y se pierde esa oportunidad (el momento de reacción, NO consciente y emocional).
Los limites
Cada animal es único y por lo tanto interfieren una serie de factores genéticos, de crianza, aprendizaje y sociales, que afectaran a estos límites. Es decir, NO existen los umbrales absolutos, sino que están sujetos SIEMPRE a las circunstancias personales de cada perro.
- Umbral absoluto o límite inferior: Este es el grado mínimo de sensación que debe existir para que el perro sea capaz de percibir el estímulo.
- Umbral terminal o límite superior: es el punto de quiebra entre lo tolerable y lo que no. A partir de ese punto el estímulo tiene un efecto insoportable para el perro.
Los elementos clave
- Distancia (o proximidad). Literalmente hablando, se trata de la distancia que hay entre el perro y el estímulo al que está reaccionando. Este estímulo podría ser otro perro, pájaros, un gato, niños corriendo, un ciclista, un ruido… Debes ser preciso al marcar la distancia de tal modo que, cuando esta cambie, seas consciente de cómo le afecta al perro. A cambios sorprendentemente pequeños, pueden mostrar respuestas sorprendentemente diferentes. Como con cualquiera de estos 3 elementos, debes aprender a reconocer la distancia de reacción para que puedas ajustar arriba o abajo con extrema precisión.
- Duración. Esta es una medida de tiempo, es decir, durante cuánto tiempo puede soportar el perro el estímulo. ¿Puede soportarlo solo por unos segundos, o estará podrá aguantar durante 3 minutos o media hora? Debes tener un marco de tiempo específico en tu mente y trabajar con él. Por ejemplo: hoy presentaré el estímulo X durante un conteo de 1-2-3 y luego nos daremos la vuelta. Ser específicos con el tiempo nos ayuda a tener claro cuando aumentar o disminuir la duración.
- Intensidad. ¿Cuánto de intenso es el estímulo? Un gato sentado y en silencio tiene una intensidad muchísimo menor que 3 gatos correteando y jugando. Las preferencias sensoriales individuales del perro pueden hacer que algo sea muy intenso para unos, y no ser tan intenso para otros. Asegúrate de saber cómo y qué efecto tiene sobre él; esto te ayudará a evaluar la intensidad de cualquier estímulo dado. Por ejemplo, un perro sensible a la vista (especialmente pastores) pueden considerar que levantar el brazo es un gesto muy intenso, mientras que un perro menos sensible a la vista puede no reaccionar hasta que pasa alguien corriendo.
Acumulación de estresores
La acumulación de estresores, o micro estresores, es lo que su propio nombre indica: situaciones diarias de mínimo estrés que al sumarlas, derivan en una inestabilidad emocional que afectan de pleno al día a día.
Imagínate la siguiente situación: después de haber estado trabajando en el proyecto final de carrera, llega el día de la entrega y no te suena el despertador, cuando te levantas a toda prisa de la cama te golpeas el dedo meñique con la mesilla, sales de casa sin desayunar corriendo y, como has tenido que volver a casa porque se te había olvidado coger el móvil, pierdes el autobús. Por fin consigues coger un taxi, entregas el proyecto y, parece que por fin puedes empezar a relajarte pero, ¡NO! Te has olvidado de que tenias cita con el dentista, al que tienes que ir a toda prisa y encima, cuando llegas a casa, resulta que se te ha estropeado la nevera y tiene un montón de comida congelada que no sabes que hacer con ella.
Esto es, claramente, una acumulación de estresores y, aunque quizás me he venido un poco arriba, todos conocemos te primera mano los típicos días en los que simplemente, todo parece que sale mal. Todos estos factores se acumulan hasta convertirse en una explosión emocional que probablemente, acabes pagando con la persona que menos debes, o incluso, con tu perro.
Lamentablemente hay muchos perretes que tienen este tipo de vida: periodos muy largos solos en casa porque los humanos trabajan, poca o escasa comunicación diaria, paseos repletos de tirones y encontronazos con perros que infunden terror… En pocas palabras, pequeños factores estresantes, que hacen que al final del día el perro estalle en ladridos y arremetidas hacia el primer perro/mano de humano que se encuentra.
Pasarse del umbral de reacción NO necesariamente implica ver un perro ladrando e intentando llegar como un loco a su objetivo. También puede verse como:
- Un exceso de excitación: mordisquear la correa o a los propietarios y saltar (muuuy frecuente)
- Estar extremadamente distraído, hasta el punto de que no conecta para nada contigo (y cuando quizás si pasaba en el pasado).
- ‘Apagado’ o paralizado, habitualmente lo que le ocurre cuando el veterinario los sube a la mesa para explorarlos
- Episodios Aleatorios de Actividad Frenética (en ingles FRAP, por sus siglas o, zoomies), son una explosión repentina de energía que duran pocos minutos.
- Incapacidad para coger chuches o comida, ¡aunque se trate de un perro devorador!
Todo esto puede/debe cambiarse modificando el entorno, ya sabes, es necesario coger distancia, bajar intensidad y/o no exponerle tanto tiempo.
En resumen...
Como verás, los programas de modificación de conducta efectivos, tratan de crear o modificar el entorno para que el perro se exponga poco a poco al factor desencadenante sin reaccionar de forma exagerada, es decir, por debajo de su umbral de tolerancia.
Recuerda que a veces tu perro sobrepasará el umbral, es inevitable: ¡no puedes controlar todas las circunstancias que os rodean! Pero si consigues mantener a tu perro por debajo del umbral más veces de las que está por encima, entonces trabajas en la dirección correcta.
Referencias
- Basado en el artículo de Suzanne Clothier – Understanding Thresholds