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El humano como referente

Cuando ocurre algo en el entorno que no comprende, lo primero que hace un perro es mirar al humano. Y es@, eres tú. Su conducta variará en función de lo que observe y, desde una perspectiva funcional, esto tiene todo el sentido del mundo. Los peludos necesitan información de más para tomar decisiones en este mundo hecho a medida de los humanos. ¿Se te ocurre una mejor referencia que su compañero de dos patas?

Los humanos influimos mucho en cómo los perros perciben su entorno

La referencia social es el proceso en el que un individuo usa la percepción, comprensión e interpretación de otro, ante una situación nueva o desconocida, para guiar su propio comportamiento. 

A través del comportamiento de la referencia social, los perros reciben información de nosotros cuando tienen que hacer frente a una nueva situación. Estas conductas se pueden desglosar en dos componentes distintos:

  1. El perro mira el hacia referente o informante (habitualmente la persona
    de la que se toma la información emocional), y después, de nuevo hacia
    la dirección al objeto que le preocupa.
  2. Su comportamiento se modificará de manera positiva o negativa, en función de cómo se comporte el referente.

Cuando socializamos a un nuevo cachorro, o si estamos trabajando con un perro que tiene miedo e inseguridad, es imprescindible actuar de manera positiva y relajada. Dar normalidad a una nueva situación, les ayuda mucho a estar más relajados. Además, ¡también le animará a investigar y a aprender a hacer frente a lo desconocido!

Las conductas relacionadas con la referencia social, no solo se observa en perros. Y, aunque las investigaciones con otro tipo de animales son un poco ambiguas, las realizadas con bebes humanos son bastante similares a las realizadas con perros.

Así, muchos estudios hechos con bebés, demuestran que lo que buscan con la mirada no es consuelo, sino información acerca de una situación específica. De hecho, en circunstancias de ambigüedad, los infantes, miran de manera equitativa tanto a un extraño como a su madre, para tener una referencia con respecto a una situación u objeto desconocido.

¡Atrápalo en el acto!

El psicólogo John Gottman, es un investigador de matrimonios y relaciones. Ha realizado muchísimos estudios en los que registra y analiza detalladamente las interacciones entre parejas humanas, con la finalidad de poder predecir el éxito o fracaso en la relación.

Gottman y sus colaboradores particularmente buscan esos ‘momentos’ en los que una de las personas busca la atención oy/o afirmación del otro. Estos ‘momentos’ pueden ser una pregunta verbal, una mirada, un toque cariñoso… Vaya, cualquier expresión que diga ‘¡estoy conectado contigo!’. Curiosamente, lo que descubrieron es que, las personas que (consciente o inconscientemente) ignoran estos ‘momentos’ que les ofrecen sus parejas, tienen a fracasar en las relaciones.

Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la educación canina? Aunque en el caso de los perretes no se han hecho estudios de este tipo, estoy segura de que, de realizarlos, surgirían estadísticas bastante similares. En este aspecto social, los perros no son tan diferentes a los humanos: ambos respondemos de manera muy positiva cuando los demás están atentos, interesados y receptivos con y hacia nosotros. Ellos también nos ofrecen ‘momentos (nos miran, ladran o incluso tocan con el hocico) para hacernos ver que están conectado a nosotros

De modo que, si quieres construir una relación muy solida con tu peludo, DEBES aprovechar esos ‘momentosque te ofrece para poder recompensarle, no necesariamente con comida, sino simplemente con una sonrisa. Hablo de gestos pequeños y frecuentes, por ejemplo decirle ‘¡que bien lo haces!’ en un tono feliz cuando notes que te está mirando. La frase ideal para esto sería ‘atrápalo en el acto’: trata de notar cuando se dirige a una puerta y ábrela de inmediato, y también puedes apartar un poco la mirada de la televisión para mirarle a los ojos. Lo importante es NO IGNORARLO, especialmente durante los momentos de interacción. Refuérzalo aunque sea de una forma sutil.

¿Qué ocurre cuando dejamos de ser buenos referentes?

Lo que podemos sacar en conclusión de todo esto es que, por la propia estabilidad emocional del perro, es importantísimo ser conscientes de nuestras propias acciones y comportamientos. SIEMPRE nos están observando.

Muchas veces nos miran y los ignoramos, o incluso peor, reaccionamos de la peor manera posible. Ocurre de manera muy frecuente cuando buscan la seguridad del humano si se acerca otro perro de frente, o con dudosas intenciones. Respondemos tirando de la correa, enrollándola en la mano, poniendo el cuerpo tenso, y haciendo ruidos extraños de preocupación y alerta (¡quieeeto, quieeto! ¡¡para!!). 

El resultado, tras unas cuantas repeticiones, es que nuestro perro empezará a ladrar o incluso a abalanzarse hacia el otro perro porque sin darnos cuenta le estamos diciendo (transmitiendo) que ese perro es una amenaza potencial. Vete tu a saber si en su cabeza se asemejará a ver a un asesino en serie. A partir de ahí, el tirón de correa, los toques, o incluso las regañinas y correcciones, que solo agravarán el problema que muchas veces hemos generado nosotros mismos.

No me cansaré de repetirlo por toda la web: los castigos generan estrés. y el estrés solo hará que empeoren las cosas. Cuando un perro gruñe, ladra, o se abalanza sobre otros perros, si les regañamos y/o castigamos:

  1. Les trasmitimos una sensación desagradable y negativa hacia esa situación.
  2. Dejamos de ser buenos referentes.
  3. Inhibimos la comunicación (tu perro dejará de hablar).
  4. Se genera más estrés y frustración en el perro.

¡Intenta ser un buen referente!

Los estudios de referencia social arrojan mucha luz a la importancia que tiene nuestro papel como propietarios y, en definitiva, como referentes de nuestro perro. 

A través de la educación en positivo lo que tratamos es de guiarles y ayudarles a asociar las situaciones o eventos que les hacen sentir inseguros, de manera divertida y positiva. Si cuando vemos a otro perro de lejos, le hablamos con calma y nos comportamos de manera relajada, lo que le trasmitimos es seguridad y emociones agradables, ¡sobre todo si al mismo tiempo salen algunas delicias del bolsillo!

La educación de nuestros peludos va más allá de reforzar o castigar conductas. La ansiedad, el miedo y la alegría son emociones contagiosas que trasmiten reacciones. Por eso es importante aprender a controlarnos y ser conscientes de nuestros miedos e inseguridades. Ellos confían plenamente en nuestras respuestas para evaluar si la situación es segura o divertida. Por lo tanto, ¡cuanto más segur@ y positiv@ seas, más confianza y curiosidad sana desarrollará tu perro!

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