Tradicionalmente en el entrenamiento canino, se ha gastado poca o ninguna energía en considerar sus emociones. De hecho, las personas que SI hablaban sobre este tema eran frecuentemente ridiculizadas y acusadas de antropomorfizar, es decir, proyectar cualidades, emociones o intenciones humanas, a los peludos.
Afortunadamente con el paso de los años esto ha cambiado mucho, y a día de hoy sabemos que su estado emocional es la clave para poder hacer cosas increíbles con ellos.
La emoción y sus componentes
Podríamos definir las emociones como un estado de ánimo que aparece en respuesta a una situación real o pensamiento. Éstas per se, no son ni buenas ni malas. Los problemas vienen cuando no se gestionan bien o cuando las ignoramos. Entonces aparece el estrés, la ansiedad, el miedo, y toda una serie de problemas añadidos que, por supuesto, tod@s conocemos.
Las reacciones internas que ocurren a través de ellas producen cambios físicos en el cerebro, mediante la producción de neurotransmisores y la liberación de hormonas al torrente sanguíneo. Químicamente hablando, estos elementos generan muchísimos cambios de actividad dentro del individuo, y es lo que impulsa a la motivación para hacer ciertas cosas, y/o alejarse de otras.
Como función, las emociones sirven para establecer una relación con respecto a al entorno. Son temporales, y pueden ser positivas (felicidad), negativas (tristeza, enfado), y también pueden variar de intensidad. Es decir, que varían, fluctúan y, en definitiva ‘funcionan’, a través de grados e intensidades diferentes. Un perro puede sentirse un poco triste o tener una gran depresión, y puede sentirse feliz o extremadamente contento. Son totalmente involuntarias, y a veces surgen ante eventos que NO son reales y están simplemente, asociados a unas malas experiencias. Es decir que no son racionales, pero si necesarias para la supervivencia.
Los neurotransmisores son biomoléculas, encargadas de la trasmisión de información entre neuronas. A diferencia de las hormonas, su comunicación es inmediata, de una neurona a otra mediante una sinapsis (técnicamente, trasforman una señal eléctrica en otra química). Las hormonas sin embargo se comunican a distancia, viajando a través del torrente sanguíneo.
Estos segundos mensajeros, como la serotonina y la dopamina, transmiten la información en del cerebro al cuerpo de los perros, y esto a su vez genera emociones como alegría, miedo, excitación y dolor) y sus respectivas conductas visibles hacia el entorno.
La carencia de estos neurotransmisores provoca irritabilidad, un control más limitado de los impulsos, reactividad, ansiedad y mayor sensibilidad al dolor. Es decir, provocan estrés y todos esos malos comportamientos que a veces tienen los perros.
Es indiscutible que las emociones impulsan el comportamiento. De hecho, SON las que controlan la conducta, tanto la de los perros como la de los humanos.
Su función en la naturaleza es la de tratar de aumentar las posibilidades de supervivencia de cada individuo. Así, cualquier animal estable se moverá hacia una situación cómoda y placentera (si se siente feliz, quizás te lo haga saber poniéndose panza arriba), y se alejará de la incomodidad y el dolor (si tiene miedo de otros perros, puede que intente salir huyendo). Sin esas emociones tendrían un encefalograma plano y se asemejaría más a una planta. Por todo esto, muchos problemas de conducta están relacionados directamente con emociones negativas, y el nivel o intensidad de su excitación.
Existen unas emociones universales
Probablemente en los humanos las emociones serán casi infinitas. Pero los estudios de un investigador llamado Paul Ekman, son muy interesantes porque demostró que hay seis emociones básicas que, por norma, cumplimos al menos todos los mamíferos. A veces se les llama emociones universales y son:
- Felicidad
- Tristeza
- Miedo
- Disgusto
- Enfado/rabia
- Sorpresa
En cierta manera, todo esto tiene mucho sentido. Pensad por un momento en un bebe recién nacido, cuando están asustados o contentos, reaccionan igual que una persona adulta. Pero, curiosamente, son nuevos en éste mundo, y jamás se les ha enseñado a comportarse así… con lo cual es lógico pensar que éstas emociones universales las llevamos integradas en nuestro ADN, y es el propio cuerpo el que reacciona de esa manera. Es equiparable a lo que puede pasar con la acción de nadar. Aunque el cachorro (sea bebe o perro) no haya interactuado con el agua siendo en una época temprana del desarrollo, de adultos, algo nos impulsa a nadar y mantenernos a flote (el estilo de cada uno ya, es un tema aparte).
En cuanto al término de emociones universales o primarias, no se llamas así porque todos las sintamos de la misma manera, sino porque son perfectamente reconocibles en humanos, primates, perros, lobos, y en general todos los mamíferos, especialmente en los que viven en sociedades complejas y requieren de lenguajes mas complejos.
De hecho, y en el caso de perros y humanos, la musculatura de la cara es prácticamente idéntica: es muy plástica y tienen una musculatura muy similar (sino igual) a la nuestra. Por lo tanto, también representan éstas emociones básicas muy parecido a nosotros. Casi sin lugar a dudas podemos afirmar que las emociones universales existen, y que simplemente ocurren ante según que eventos.
Como afectan a la conducta
Cuando las emociones hacen ‘saltar’ o activar un comportamiento, el perro NO PUEDE ELEGIR dejar de hacerlo. La realidad es que los animales, incluidas las personas, a menudo no son racionales con ellas, es decir, que un@ NO ELIGE experimentar esas emociones. Veámoslo mejor con un ejemplo.
Imagínate que vas por la calle, tu perro va paseando totalmente normal pero, de golpe aparece un perro enorme que se abalanza sobre el, y no tenéis opción a reaccionar. Una vez se va, tu peludo está totalmente aterrorizado, no puede parar de mirar hacia donde estaba el perro y se ha quedado catatónico en mitad de la calle.
Desde el punto de vista del humano la amenaza se ha ido, y se podría continuar el paseo. Pero, desde el punto de vista del pobre animal, no se siente en condiciones de pasear, ni mucho menos aprender o reaccionar ante nuevos eventos. Más aún, el no puede elegir sentirse mejor incluso, cuando se da cuenta de que el otro perro ya no está. De la misma manera que si te atacasen a ti en la calle, no podrías seguir caminando, aunque la policía arrestase a la persona que te agredió. Las emociones deben de ser procesadas antes de que el pensamiento racional pueda tomar el control de nuevo. El tiempo que tarde dependerá del animal que lo experimenta, no del deseo del humano.
La policía llama y dice que tu hijo, o pareja, o alguien muy cercano ha tenido un accidente de coche. En ese momento, ¿crees que estás en condiciones de aprender alguna cosa nueva? ¿Podrías elegir el comportamiento de sentarte tranquilamente en la mesa, leer el periódico mientras comes algo y esperar? ¡Por supuesto que no! El miedo dominaría todo comportamiento racional y abrumaría tu capacidad de pensamiento consciente. No podríaspensar, no podrías trabajar, ni tomar decisiones o concentrarte. Esa ‘capa’ emocional se impondría por encima de todo lo demás.
Lo mas probable bajo estas circunstancias sería que caminaras de un lado a otro sin parar, o quizás de manera inversa, te quedarías congelad@ como un bloque de hielo. No podrías escuchar ni prestar atención a nada de lo que ocurriese a tu alrededor, y es puede que te pusieras a chillar y llorar, o quedarte bien quedarte catatónic@. No podrías elegir no tener miedo. Simplemente lo experimentarías, aunque prefirieses no hacerlo.
Pasaría algo muy similar si, en vez de la llamada de la policía, te enteraras de que tu pareja te está engañando con otra persona. La diferencia es que en esta ocasión, en vez de sentir un miedo atroz, probablemente la primera emoción que sentirías sería un enfado monumental. Y quizás, con el tiempo, esa ira se iría difuminando en una tristeza profunda que una vez más, te impediría actuar con normalidad.
Los ejemplos anteriores estaban relacionados con emociones negativas e infelices, como el miedo, la tristeza o la ira. Obviamente estas emociones afectan al aprendizaje pero, ¿y que hay de las emociones positivas?¿podría la felicidad alterar también nuestro comportamiento?
En esta ocasión suponte que acabas de ganar la lotería y ¡tienes unas ganas terribles de contárselo a tus familiares y amigos! Pero antes, debes rellenar unos documentos requeridos y tomar ciertas decisiones, como la manera en la que vas a querer recibir ese dinero. Probablemente en ese momento estés corriendo por casa, saltando y dando gritos de alegría como un niño en Navidad. Estás experimentando una emoción maravillosa pero, no estás funcionando bien ni podrás tomar esas decisiones precipitadas porque las emociones fuertes, bloquean el pensamiento racional.
Cuando las emociones alimentan el aprendizaje
Cuando un animal se encuentra en un estado de sobrecarga emocional, decimos que el perro a pasado “el umbral”. Las emociones del perro son tan grandes, que ya no puede funcionar de manera efectiva. En definitiva, el perro no puede aprender muy bien en ese momento.
Cuando un perro está por encima del umbral, el aprendizaje donde el individuo toma decisiones (condicionamiento operante) funciona MUY MAL porque el perro no es racional en ese momento debido a esa sobrecarga. Sin embargo, el aprendizaje por asociación de estímulos (condicionamiento clásico o pavloviano) funciona MUY BIEN.
Por esta razón, cuando los perros tienen problemas emocionales y están ‘sobrecargados’ (por encima de ese umbral), tienden a ‘portarse’ cada vez peor: lo que ocurre es que cada vez asocian mas cosas al miedo, al estrés, y en definitiva al malestar generalizado. Solo cuando un perro está “por debajo del umbral” es capaz de pensar conscientemente, y solo entonces puede afianzarse el entrenamiento y/o el aprendizaje.
Conclusión final…
Sí, se puede enseñar a tu perro para realizar comportamientos específicos (venir cuando lo llames, permanencias, esperar en la puerta mientras compras el pan, ir al baño afuera…). Y sí, tu perro también puede aprender a no realizar otros comportamientos que no te gustan (cavar agujeros, ladrar cuando se queda solo, tirar de la correa, morder la pata de la mesa y las zapatillas…). Sin embargo, y después de tooodo este artículo, ahora ya sabes que tanto el entrenamiento de habilidades como la modificación de conducta, funciona mucho mejor cuando el perro no está bajo la influencia de emociones abrumadoras que bloquean su aprendizaje. Y, al igual que con un niño de dos años, también hay que reconocer cuando tus expectativas no son razonables, haciendo del uso de una buena gestión de recursos la solución más lógica.
¿Significa todo esto que queremos trabajar con perros desprovistos de emociones, con la mirada perdida en el espacio, como si fuesen robots? ¡Por supuesto que no! Queremos educar a un perro que se comprometa con nosotros, que sea feliz, que esté atento, enfocado y motivado por cualquier tipo de recompensa que podamos ofrecerle, incluso una breve sonrisa ¡Los perros, como las personas, son curiosos y quieren aprender! ¡Yo prefiero a los perro emocionalmente listos, dispuestos y con ganas de aprender!