Cómo perciben el mundo

Cuestión de culturas

Los perros no son personas. Parece una observación bastante lógica pero, mucha gente, a veces sin ser  consciente de ello, comete el error de esperar una y otra vez a que su perro piense y actué como tal. Se les atribuyen comportamientos y emociones humanas, y también se les envían señales confusas y estresantes que no hacen más que confundirles casi, de manera constante.

La cultura no es exclusiva del ser humano

Más allá de ser un buen libro, el choque de culturas es una definición bastante exacta para describir las principales diferencias entre humanos y perros. Este concepto puede ayudarnos a entender mejor porque surgen conflictos entre ambas especies y, por supuesto, sus síntomas observables, que se reducen a malos comportamientos. Pero, ¿puede usarse el término cultura para hacer referencia al estilo de vida de los perros?

Mirando el diccionario, y aunque el término cultura tiene muchos significados relacionados entre sí, se utiliza habitualmente para definir un conjunto de saberes, creencias y pautas de conducta, relativamente hereditarias, de un grupo social, para comunicarse entre sí y resolver necesidades de todo tipo. Por lo tanto SI, podemos hablar de cultura canina porque tienen patrones de comportamientos que les ayuda a tener cohesión como grupo, y además, se transmiten y extienden de un individuo a otro.

De modo que la cultura, no es algo que haya salido de la nada y sea única y exclusiva de los humanos, sino que es una muestra de la evolución que comenzó con las formas más simples antes, y que podemos ver en muchas otras especies ahora, incluida en los perros. Su función es garantizar la supervivencia y facilitar la adaptación de los sujetos en un entorno. Así cada cultura, se encarga de dar respuesta a la realidad que vive el grupo social y, por lo tanto, no existe ningún grupo social, sea humano o animal, carente de cultura o “inculto”. Eso sí, dentro de las diferentes culturas, puede haber grupos culturales más o menos avanzados y coexistiendo con una cultura dominante, como en este caso les pasa a los peludos.

Cultura humana vs canina

Así pues, en la cultura canina, encontramos muchos patrones de comportamiento totalmente diferentes a los nuestros. Algunos de ellos pueden llegar a resultar muy extraños para los humanos (como olisquearse el culo), pero son totalmente naturales para los peludos y, de manera inversa, pasa lo mismo también.

Independientemente del motivo que lo desencadene, es normal que un perro no sepa caminar con la correa ni en línea recta (mucho menos que sepa pararse en un paso de cebra). A diferencia de los humanos los perros caminan de manera ‘anárquica’  y cambian de sentido constantemente en busca de olores. También podría ser normal que muerdan la pata de la mesa o el mando a distancia, porque les gusta roer, especialmente si se aburren o están cambiando los dientes. Se huelen el trasero unos a otros, saltan y ponen las patas encima para invitar a jugar, comen caca y cosas podridas y, cuando pueden, roban comida porque son, por naturaleza, oportunistas. Todas estas conductas, y muchas más, por muy disparatadas que te parezcan, son comportamientos normales dentro de la especie de los cánidos (¡tan solo tienes que mirar un etograma canino!).

Si no dedicas tiempo a enseñas a tu perro… no sabrá caminar atado al lado de ti, un humano lento como una tortuga. Tampoco sabrá sobre la estética e importancia del mobiliario de casa, y lo mismo le dará una rama del parque que la pata de la mesa. Obviamente esto se aplica a otros objetos, como el que nos ayuda a no tener que levantarnos a cambiar de canal. Y si, hará la croqueta en bichos muertos para ‘perfumarse’, exactamente igual que tú cuando te pones crema o colonia.

Aunque para nosotros como humanos todos estos comportamientos pueden parecernos inadecuados, PARA ELLOS son totalmente normales. Y, como colofón final, también entra en juego otro dato muy importante: la importancia de entender SU comunicación. Al ser el lenguaje una parte fundamental de toda cultura, el escaso o nulo conocimiento sobre comunicación canina es lo que, sin duda alguna, eleva al máximo nuestras diferencias como especie.

Tanto perros como humanos descendemos de los mamíferos, un grupo de animales con un mismo antepasado común, de hace más de 200 millones de años. Entre otras muchas cosas, tenemos órganos y funciones vitales homólogas, como el sistema nervioso (encéfalo y médula espinal), la reproducción, el sistema inmunitario, o incluso, la nutrición. Además, y aunque no lo parezca, nuestras estructuras físicas también son muy parecidas, aunque lógicamente, adaptadas a diferentes funciones.

Todos los mamíferos, especialmente los que vivimos en grupos o familias grandes (primates, elefantes, delfines, perros…), damos muchísima importancia al comportamiento social que, aunque varía entre unas especies y otras, por cuestiones de hábitat (arborícolas, terrestres, acuáticos…), tendemos a establecer relaciones entre los individuos y a fomentar la cohesión del grupo a través de la comunicación. Piensa en los grupos de elefantes, delfines, gorilas, leones… ¡Hay muchísimos mamíferos que viven en grupos o familias sociales, como la tuya o la mía!

Sin embargo, los perros, no dejan de ser animales no-humanosy aunque a veces nos sorprendan con algún comportamiento que se parezca más al nuestro que al de un perro, deberían ser tratados como lo que son: perros. Es más, particularmente las razas de tamaño pequeño, tipo pomerania, chihuahua o yorkshire, tienden a tener más problemas de comportamiento que la media, debido justamente a este problema: tratarles como si fuesen bebes o niños pequeños, les genera mucha confusión, malestar, y cero entendimiento hacia los humanos.

Un etograma es un catálogo que hacen los etólogos y zoólogos, sobre los comportamientos o acciones que exhibe un animal determinado. Esto les ayuda a ser objetivos con las conductas naturales de cada especie, evitando así la subjetividad y la posible interferencia, en el estudio del animal con el que se está trabajando.

Los etogramas no dejan de ser descripciones detalladas de pautas de comportamiento (morder: cerrar mandíbulas y dientes en otro, la cual causa heridas) donde la claridad y la objetividad sobre las definiciones se mejoran a través de muchas observaciones.

Etograma del lobo gris (Canis Lupus), en inglés.

Con el tiempo, y por simple cuestión adaptativa, los perros  han desarrollado la increíble destreza del arte de la observación. 

Gracias a ésta habilidad de observar constantemente cada uno de nuestros movimientos y gestos, nuestros peludos amigos pueden llegar a entendernos. Es más, también suelen ser conscientes de nuestros propios movimientos, y por lo tanto de nuestro estado emocional, incluso antes que nosotros mismos.

Sin embargo, y de manera inversa a esa increíble capacidad a la que se han adaptado para poder descifrar a los humanos, nosotros tendemos a malinterpretar y a pasar por alto las señales que ellos nos dan. Y… voilá… he aquí el combo perfecto para malinterpretar ciertas actitudes y para que, tarde o temprano, comiencen los problemas de comportamiento con nuestro peludo amigo.

¡Los humanos hablamos demasiado!

Los humanos y los perros hablamos idiomas diferentes. Las personas son extremadamente verbales, mientras que los perros son extremadamente NO verbales. Y, aunque esta afirmación parece algo obvia, te aseguro por mis años de experiencia que en el día a día, desde la visión de un perro, no lo es.

En todo cerebro humano, viene instalado por defecto el ‘pack de lenguaje hablado’, y tendemos a hablar a los perros sin parar, como si por arte de magia pudiesen entender todo lo que les decimos. Desgraciadamente, cuando el perro no hace lo que le estamos diciendo, los humanos nos enfadamos y les regañamos, pensando que deberían de obedecernos y hacer lo que les pedimos. En definitiva, les exigimos hacer cosas SIN una explicación previa que pueda entender el peludo.

La comunicación canina consiste en todo lo contrario: lenguaje corporal, presión espacial y energía (de mayor o menor intensidad dependiendo del perro). Y siento muchísimo esta gran decepción: algo tan sencillo para nosotros como el hablar, no entra dentro del repertorio de conductas que tiene un animal. A no ser que esas palabras vayan acompañadas de un lenguaje corporal y/o señales lo suficientemente claras para que el perro pueda interpretar, y si no ha habido un aprendizaje/enseñanza previa, todas esas palabras pueden llegar a ser algo muy trivial, incongruente y, muchas veces, frustrante para ellos.

Continua aprendiendo

¡Ayúdale a cambiar los malos hábitos!

Aprende a comunicarte con tu perro a través de una metodología dinámica y eficiente

Hablando Canino es un espacio hecho por y hacia los perros con el objetivo de acercar estos dos mundos tan diferentes a través de la ciencia, la comunicación y el conocimiento.