Quizás alguna vez has visto el programa «el encantador de perros» presentado por Cesar Millán, o el algo menos conocido «¿o el perro o yo?», presentado por la entrenadora Victoria Stilwell. Éstos son dos claros ejemplos para poder explicar las diferencias entre los métodos tradicionales y la ciencia moderna.
Ambas metodologías se asientan en fundamentos muy, muy diferentes entre si. Y entender sus diferencias antes de empezar cualquier tipo de adiestramiento o educación, no solamente beneficiará al propio perro, sino también a la familia y a los seres queridos que le rodean.
Sobre los métodos tradicionales
Hasta principios de la década de 1970, el adiestramiento de perros estaba reservado a las fuerzas policiales y militares y, poco a poco se dejó que los perros domésticos siguieran un entrenamiento basta similar al que usaban por entonces estas unidades. Así cualquier “mala conducta” aparente o agresiva que era tratada por propietarios mal informados, consistía en golpes, gritos, castigos, pasando por forzarles en posturas de sumisión, encadenamiento, a veces finalizando desgraciadamente en la eutanasia.
Habiéndonos puesto un poco en contexto, podemos entender mejor el entrenamiento tradicional o clásico, el cual trabaja sobre la filosofía de hace entender al perro quien manda. Debe hacer lo que decimos, rápido, y si no lo hace, se le castiga o corrige de inmediato (no vaya a aprender a ignorar nuestras órdenes). Así, la herramienta principal de estos entrenadores/adiestradores es el castigo positivo, seguido a menudo de una chuche (no todos) o una palmada para mantener al perro motivado. Como bien decía mi abuela, ‘una de cal y otra de arena’.
Este enfoque es realmente problemático con perros inseguros, tímidos, perros independientes y, sobre todo, aquellos que tienden a frustrarse o irritarse con facilidad (por no decir nada de los que ya muestran conductas agresivas… ¿a quién le gusta que le empujen, tiren, griten o toquen de manera inesperada?). Además, las técnicas más duras como los tirones de correa (peor aún si llevan collar de pinchos), los toques o las posturas de sumisión, son todavía peores.
Los métodos basados en castigos no funcionan
Hasta el día de hoy, César Millán (y muchos otros) adopta técnicas similares con inmovilización, patada, toques y demás. Esto también se evidencia en su canal de Youtube, no es algo que yo me invente. Parece que las cosas no avanzaban mucho, con programas como este promoviendo el uso de la dominación y el castigo, retrasando enormemente el entrenamiento basado en refuerzos durante mucho tiempo. Además han generado durante mucho tiempo, muchas habladurías y técnicas, que se practican incesantemente sin conocimiento, además de miles de mitos circulando por internet, que fomentan los métodos basados en la confrontación y los castigos.
El castigo NO funciona. Si funcionara, ¿por qué el perro seguiría repitiendo ese comportamiento una y otra vez pese a los intentos del humano por cambiarlo? La tentación de todos es intensificar el castigo, chillando y dando tironcitos de correa, con terribles consecuencias. Un perro infeliz y retraído, la ruptura de una relación, sin mencionar el daño a largo plazo en el área del cuello y la garganta: glándulas tiroideas, músculos y vasos sanguíneos.
La ciencia hace tiempo que ya ha demostrado que éstos métodos son antiguos y contraproducentes: generan miedo, inseguridad, rabia, frustración, y, además, acaba por convertirnos en unos lideres inestables a los que el perro acaba por respetar ¡por miedo a lo que les pueda suceder!

Las ventajas de la educación en positivo
La educación en positivo define a todas las personas que utilizamos el refuerzo positivo como primera opción. Nuestra filosofía se basa en buscar o inducir conductas voluntarias que marcamos con una señal y recompensamos, bien sea con comida, juegos, caricias o simplemente, con nuestra voz.
Mediante la educación en positivo, tratamos de reforzar las buenas conductas, y redirigir o modificar las malas, siempre a través del conocimiento en vez de en la fuerza. Y si, digo CONOCIMIENTO ya que, ¡todas las técnicas derivan de años de estudios teóricos y prácticos sobre el comportamiento animal! A través los métodos positivos conectamos con los perros, y les tratamos como si fuesen un miembro más de la familia, trabajando principalmente la unión, el afecto, y la comprensión hacia ellos. Además, también les ayudamos a sentirse seguros, motivados, y les enseñamos a confiar en nosotros como humanos estables y equilibrados, que apuestan por la comunicación en vez de en la autoridad y el control.
El objetivo de los educadores trata de enseñar al perro, haciéndole pensar y entender. Nos centramos en prevenir los problemas antes de que ocurran, y si ya están sucediendo, los tratamos mostrándole al perro una alternativa a esa conducta.
En el momento en que entendemos el poder de la educación en positivo, y evitamos las trampas del dominio, la sumisión y los castigos, es cuando nos comprometemos con ellos y les proporcionamos un liderazgo amable y efectivo. Gracias a la ciencia, acabamos por comprenderles mejor, y a la vez, les proporcionamos las herramientas que necesitan para poder adaptarse mejor en éste extraño mundo de humanos.
Desecha cualquier idea preconcebida que pueda tener sobre cómo entrenar a un perro usando órdenes, clickers, silbatos, collares de adiestramiento, señales con las manos, y comprende primero el lenguaje universal de las emociones. Son estas, combinada con los refuerzos bien gestionados, las que te permitirá comunicarte con tu perro mejor que la mayoría de los adiestradores con formación académica. ¡Bienvenido al mundo real de los perros!