El término “teoría del aprendizaje” suena más intimidante de lo que realmente es. En pocas palabras, los perros aprenden a través de la asociación y, como buenos compañeros de dos patas, nuestro objetivo es enseñarles a asociar palabras y señales con comportamientos.
Las leyes del aprendizaje son el núcleo central para poder entender y entrenar a cualquier animal, no solo perros. Estas leyes simplemente están ahí (igual que están las leyes de la gravedad o las leyes evolutivas) y todo lo relacionado con la conducta se rige en función a ellas. Por lo tanto, cualquiera que esté interesado en adentrarse un poco más en esta maravilloso mundo de la educación canina, deberá hacerse un maestro absoluto de estas reglas básicas de la conducta.
El comportamiento es algo complejo
Antes de adentrarnos un poco más en el aprendizaje, hablemos un poco sobre el comportamiento, un término que tiene muchas definiciones, pero que intentaré explicar de manera sencilla.
Podríamos definir el comportamiento como todo aquello que un animal hace para relacionarse con su entorno. Puede ser un movimiento físico y observable, es decir, un efecto externo obvio: si das al interruptor de la luz, puedes encenderla o apagarla, pero a su vez, el comportamiento también pueden ser eventos que ocurren de manera interna en el sistema nervioso del animal, como beber agua, y saciar la sed. Además, otra de las cualidades de la conducta es, que es una interacción continua e interminable, entre la genética del animal, su historial y/o experiencia previa y el contexto donde ocurre el comportamiento.
En resumen, el comportamiento es algo que ocurre a través del espacio y del tiempo, y puede observarse, describirse y medirse a través de diferentes dimensiones:
- Frecuencia: el número de veces que ocurre.
- Duración: el tiempo que transcurre desde que empieza hasta que acaba.
- Intensidad: la fuerza física que involucra.
Relación entre comportamiento y aprendizaje
Retomando el tema sobre el aprendizaje, éste es un requisito en la vida de cualquier animal y se define como un cambio de comportamiento a través de las experiencias. Somos animales porque somos capaces de aprender, ¡sino seríamos plantas!
Para que ocurra el aprendizaje, previamente tiene que haber un cambio en cualquier aspecto del comportamiento, ya sea en intensidad, frecuencia, velocidad o forma. Así, todo lo que aprendemos y vivimos en el día a día, son eventos que afectan o pueden afectar a la conducta. Si NO hay cambios físicos en el entorno, tampoco hay cambios en el comportamiento y, por lo tanto, tampoco sucede el aprendizaje. Por esta razón decimos que es algo que fluye de manera constante.
Todos los días, en cada paseo, tu perro está aprendiendo cosas constantemente. No importa si es un perro mayor o joven. Veamos ahora algunas maneras en las que ocurre ese aprendizaje.
El aprendizaje implica cambios físicos y reales en el cerebro y eso no requiere de razonamiento ninguno, ¡es muy rápido! En su manera más básica es un proceso físico que involucra impulsos eléctricos, liberación de químicas y formación de proteínas. ¿Sencillo verdad?
La información recibida por los sentidos se transforma en impulsos eléctricos, que a su vez llegan al final de los nervios, y ahí se liberan neurotransmisores (en definitiva, química) que estimulan al siguiente nervio. Cuando este proceso se repite suficientes veces, el nervio forma nuevas vías o conexione neuronales. En otras palabras, el cerebro de tu perro (y el tuyo también) cambia a medida que aprende. Cuanto más a menudo se estimula una determinada combinación de nervios, más probable es que la conducta se produzca en respuesta a ese estímulo específico.
Todas las personas que trabajamos en algún ámbito relacionado con el comportamiento (psicólogos, etólogos, educadores…) deberíamos ser capaces de entender, al menos un mínimo, cómo funciona el cerebro a nivel neurológico, algo extremadamente importante que no muchos profesionales cumplen.
Aunque parece un trabalenguas, con lo que debes quedarte es:
- El aprendizaje se define como un cambio de comportamiento a través de la experiencia
- A su vez, los cambios de comportamiento son producto de la experiencia combinado con cambios en el entorno.
La regla es: si no hay cambios en el entorno, no hay cambios de comportamiento. Fácil, sencillo y para toda la familia.
Fundamentos del aprendizaje
Aprendizaje simple y no asociativo: habituación y sensibilización
Cuando hay una exposición repetida a un estímulo, ocurren cambios a nivel de comportamiento y entonces puede suceder el aprendizaje. Cuando a través de esa exposición el comportamiento disminuye, decimos que ha ocurrido una habituación, y de manera inversa, cuando incrementa ocurre la sensibilización (el perro se hace sensible a algo).
Un ejemplo claro en cuanto a habituación es por ejemplo nuestra reacción a los sonidos repetitivos como los de una obra, la lluvia o los petardos. Al principio hay una respuesta de malestar, susto o desagrado pero, después de una exposición repetida cada vez respondes menos y menos, hasta que ni te das cuenta de que eso está sucediendo.
Un ejemplo de sensibilización podríamos ponerlo con las personas que tienen miedo a las arañas que, al incrementar la exposición a ellas, pueden llegar a desarrollar fobias.
Estos dos procesos, ayudan a los perros a sobrevivir al bombardeo constante de estímulos que sufren día tras día y, cuando no aprenden a incrementar o reducir su respuesta a algo, es cuando empiezan los patrones de comportamiento desorganizados y erráticos.
Aprendizaje asociativo: condicionamiento clásico y operante
A partir del 1800, científicos del comportamiento estaban en sus laboratorios investigando los principios que sentaron las bases para que sobre el 1938, apareciese el condicionamiento operante. Al mismo tiempo, y sin utilizar la terminología técnica ni conocer las teorías científicas, los adiestradores de perros utilizaban muchos de esos métodos de condicionamiento operante. Pero primero, consideremos la teoría del condicionamiento clásico.
Condicionamiento clásico, los perros de Pavlov.
Las teorías actuales del comportamiento comenzaron con el trabajo de Ivan Pavlov. Ganador de un Premio Nobel, Pavlov fue un fisiólogo ruso que estudió la digestión en perros. En el transcurso de su investigación observó que los perros que estaba estudiando salivaban ANTES de que les pusieran comida en la boca, y pensó que los perros asociaban la comida a los asistentes de laboratorio, o al propio sonido de la puerta al abrirse.
Con esto en mente, puso a prueba esta teoría haciendo sonar una campana justo antes de alimentar a los perros y, después de varios intentos, tocar la campana hacía que los perros salivaran incluso si no llegaba la comida. Esto se conoció como un reflejo condicionado, es decir, es un aprendizaje que no se aprende conscientemente, sucede automáticamente asociando eventos agradables o desagradables (en este caso la comida) con cosas que a priori, no significan nada (la campana). El desarrollo de tales reflejos se conoce como condicionamiento pavloviano o, más comúnmente, condicionamiento clásico.
Este condicionamiento se basa en la anticipación y nos permite predecir que cosas se asocian a otras cosas. Creo que todo propietario de perro es plenamente conscientes de que, agitar la caja de galletas o abrir una bolsa de patatas, hace que los cánidos corran con la anticipación de que algo muy rico está a puntito de llegar.
Así, el condicionamiento clásico ayuda a los perros a formar asociaciones positivas con todo tipo de estímulos. Por ejemplo, al educar a un cachorro, puedes usar el condicionamiento clásico a la hora de socializarlo: patinetas, ruidos, saludos, aspiradoras, etc. ofreciendo comida rica o jugando a su juego favorito, como recompensas. Las golosinas o juegos formarán una asociación positiva con cualquier estímulo.
Condicionamiento operante, la caja de Skinner.
Burrhus Frederic Skinner. Conocido por todos (por obvias razones) como Skinner, fue un , psicólogo, conductista, inventor y, el padre de lo que hoy conocemos como condicionamiento operante, a veces llamado instrumental. El asentó las bases del principio del refuerzo, es decir, si las consecuencias de una acción son malas, existe una alta probabilidad de que la acción no se repita; si las consecuencias son buenas, la probabilidad de que la acción se repita se vuelve más fuerte.
Cuando Skinner era estudiante de doctorado, descubrió que podía cambiar el comportamiento de las ratas dándoles recompensas de comida por presionar una palanca en su (infame) caja de Skinner. Fue el primero en hablar de refuerzos y castigos condicionados, es decir que, un comportamiento aumenta o disminuye en función de las consecuencias que produjo anteriormente.
Piensa en el refuerzo en oposición al castigo, es decir, como dos imágenes reflejas inversas. Los refuerzos pueden ser positivos (se añade algo para aumentar el comportamiento) o negativos (se quita algo para aumentar el comportamiento). También pueden ser secundarios (como un ‘clic’ mecánico o un elogio verbal), anticipatorios de un reforzador primario (algo perteneciente a la biología, como la comida o cierto contacto físico).
Dependiendo del carácter, e incluso de la raza del perro, un refuerzo secundario puede cruzarse y convertirse en un refuerzo primario, por ejemplo, las palabras entusiastas de elogio o las caricias en la barbilla, pueden llegar a tener tanto poder como una suculenta golosina. También podríamos hablar de los refuerzos continuos e intermitentes, pero toda esta explicación será mejor hacerla mas detalladamente en otra ocasión.
Recuerda: positivo, significa añadir; negativo, significa retirar (quitar); refuerzo, el comportamiento incrementa; castigo, el comportamiento disminuye.
Refuerzo positivo
El comportamiento del perro hace que suceda algo bueno. Cuando tu perro se sienta, le das de comer una chuche. Su comportamiento (sentarse) hace que pase algo bueno, se añade algo agradable. Como resultado, es más probable que tu perro se ofrezca a sentarse de nuevo la próxima vez, por lo que el comportamiento aumenta. Los educadores buenos, usamos mucho el refuerzo positivo.
Castigo positivo
El comportamiento del perro hace que suceda algo malo (recuerda, positivo significa que se añade algo, castigo significa que el comportamiento disminuye en frecuencia). Ejemplo: cuando tu perro salta sobre ti, le das un rodillazo en el pecho. Él se baja. Su comportamiento (saltar) hace que suceda algo malo; se añade algo (tu rodilla en su pecho). Como resultado, es más probable que tu perro se lo piense dos veces antes de volver a saltar sobre ti. Los educadores buenos, NO usamos el castigo positivo.
Refuerzo negativo
El comportamiento del perro hace que algo malo desaparezca (negativo significa que se quita algo; el refuerzo aumenta el comportamiento). PARA que el refuerzo negativo aparezca, primero tiene que haber un castigo. Ejemplo uno: el sol calienta fuerte, de golpe sientes mucho calor (castigo positivo, se añade algo desagradable), y te quitas la chaqueta; quitarte la chaqueta es un refuerzo negativo (se incrementa la conducta (refuerzo) de retirar (negativo) la chaqueta cuando hace calor). Ejemplo dos: un entrenador quiere que un perro que está tumbado se siente. Tira de la correa hacia arriba (castigo positivo) y, cuando el perro se sienta, el entrenador afloja la correa. El comportamiento del perro (sentarse) hace que lo malo (el collar apretado) desaparezca. Los entrenadores positivos pueden usar una cantidad limitada de refuerzo negativo en forma de presión física leve o presentación de un estímulo aversivo SIEMPRE por debajo del umbral de tolerancia del perro. Pero no lo usamos casi nunca.
Castigo negativo
El comportamiento del perro hace que algo bueno desaparezca (negativo = le quitan algo; castigo = el comportamiento disminuye). Cuando tu perro salta, tú le da la espalda y se aleja. Su comportamiento (saltar) hace que algo bueno (tu atención) desparezca. Otro ejemplo clásico: retirar la pelota, palo o juguete favorito cuando gruñe a otro perro: con ese comportamiento, pierdes algo que deseas (no poner en práctica sin supervisión de un profesional). Los entrenadores positivos SI usamos el castigo negativo como una consecuencia negativa leve por un comportamiento no deseado. Por esta razón, la etiqueta de educación en positivo, no es ciertamente exacta.
Si ponemos todo en conjunto, y añadimos las palabras educación en positivo, no nos referimos a que todo sea sin castigos: cuando le enseñamos a un perro a sentarse en lugar de saltar como recibimiento, estamos castigando (de manera negativa) al perro por saltar, para poder así reforzar positivamente el sentarse durante los saludos.
Aunque a veces es el gran olvidado, mientras Pavlov estaba ocupado en Rusia estudiando el tipo de aprendizaje que involucra respuestas reflejas, en Estados Unidos, Edward Lee Thorndike comenzó a estudiar las diferentes consecuencias que se obtienen a través de nuevos comportamientos. Esta fue una base importante para el desarrollo de lo que ahora se conoce como condicionamiento operante.
Thorndike es conocido por la Ley del Efecto, que básicamente establece que, los comportamientos que producen recompensas aumentarán en frecuencia. Si haces algo que trae una recompensa, es más probable que lo vuelvas a hacer. Por ejemplo, si te levantas, vas a trabajar y luego te pagan a finales de semana, es muy probable que vuelvas a hacerlo la semana siguiente también. Si tocas un radiador encendido te quemas, y hace daño, de modo que aprendes a no tocar el radiador, al menos cuando está encendido.
El trabajo de Thorndike, junto a los estudios de Skinner, asentaron las bases de la educación a través de la comida que usamos con los perros en la actualidad.
En el condicionamiento operante la asociación entre una acción y su consecuencia ES voluntaria. Y como ya hemos visto, la consecuencia puede ser negativa o positiva. Influimos en su comportamiento al pedir una acción y ofrecer una recompensa como consecuencia de realizar la acción. Cuando enseñamos a un perro a sentarse y el perro se sienta, lo recompensamos a través de un refuerzo. La acción es SIENTA y la consecuencia es una recompensa con palabras bonitas, un juego y/o comida. Si al perro le gusta la consecuencia, es probable que repita el comportamiento en el futuro. Esto se llama refuerzo.
Pero en este punto, hay otro aspecto interesante que debemos tener en cuenta. Por ejemplo, si llamas a tu perro y no viene porque está entretenido con algo, le vuelves a llamar y vuelves a hacerlo… Aunque te enfades, si cuando vuelve le regañas o gritas, aprenderá que es mas conveniente mantenerse alejado de nosotros. En este caso, como la consecuencia es mala, hace que sea menos probable que vuelva a ocurrir en el futuro (es mas difícil que vuelva la próxima vez).
En resumen...
Si podemos enseñar a los perros a hacer lo que queremos sin causar dolor o incomodidad, ¿por qué demonios elegimos hacerlo? Si entendemos esta teoría científica y comprobada del aprendizaje, ¡podemos ayudar a los perros a vivir vidas largas, libres de estrés y ansiedad! Los beneficios de este tipo de enseñanza mejoran y fortalecen el vínculo entre los humanos y los perros, al mismo tiempo que ayuda a disminuir la cantidad de perros que terminan en los refugios y protectoras. El comportamiento es la razón número uno por la que los perros terminan allí. Podemos hacer algo al respecto. Después de todo, si los perros son nuestros mejores amigos, ¿no debemos educarles?